Marejada, fuerte marejada

El hombre del tiempo tiene la mala costumbre de colocarse al este del mapa de España; justo sobre el archipiélago balear. Señala con su diestra las previsiones meteorológicas de la península. La situación de estorbo es permanente. Por más que mejoren los sistemas de reconocimiento del tiempo, con este escenario, un balear no puede informarse del tiempo que va sufrir o a disfrutar.

Estamos claramente marginados por el Estado. Deberían aplicarse criterios de paridad entre diestros y zurdos. No tenemos ninguna posibilidad de anticipar si el tiempo va a facilitar o perjudicar una jornada laboral o festiva. Pero lo que nos preocupa, es que las consecuencias afectan hasta la gobernabilidad de la autonomía.

Sin ir más lejos, el pasado domingo, aparentemente, era un día apacible. El sol no despuntaba pero las temperaturas resultaban primaverales y no se preveía tormenta. Quien podía intuir, que pasadas las 22 horas, una vez abiertas las urnas, una gran tormenta arrasaría las baleares. Un verdadero tsunami todavía no controlado.

Las encuestas del CIS no aportaban buenos resultados para las fuerzas tradicionales. Se les restaba fiabilidad. Los fontaneros aparentaban controlar los potenciales pactos que garantizarían, en su caso, los minúsculos desperfectos provocados por desafectos y desleales.

En la burbuja en la que han instalado al presidente Azuab, con un microclima artificial, tampoco se vislumbraba ningún signo de alarma. Los indicadores de humedad, temperatura, presión y previsión de viento eran normales.

Tampoco el entorno más cercano del poder, acostumbrado a trabajar en atmósferas tóxicas e incluso a conformarlas, no mostraba nerviosismo. Daban muestras de suficiencia. Los Sres Snof y Adenauj controlaban personalmente las expectativas de participación y garantizaban sobradamente los resultados favorables.

En este mismo sentido, la prestigiosa directora de incomunicación e inquisisión, la afamada Elena Ibur mantenía sus férreos niveles de cordón sanitario entre el pueblo, los medios y el poder.

Llegaban al día H con el trabajo hecho. La depuración de enemigos se había realizado con precisión quirúrgica y sin contratiempos a lo largo de cuatro años. Despreciaban a los adversarios; no tenían talla ni conocimientos suficientes para superarles ni para influir en la meteorología y en el resto de fuerzas sobrenaturales. La críticas internas, todas interesadas y desleales, realizadas por defenestrados, ignorantes y malvados hombres de la periferia, estaban convenientemente controladas y también sin capacidad para cambiar el tiempo.

La ciudadanía alineada con el partido en el poder, desatendida, despreciada y purgada durante la legislatura, se dejó llevar por la sensación de control que se mostraban desde las estructuras oficiales. La jornada se preveía con temperaturas suaves, no había amenaza de lluvia ni de tormenta. Sin información meteorológica propia, y ajenos a las terribles consecuencias provocadas por las maniobras de los cortesanos sobre el pueblo, los apoyos tradicionales se quedaron en casa.

Mira por donde, la realidad fue muy distinta al virtualismo planificado. Un verdadero tsunami democrático arrasó totalmente el escenario electoral y dibujó un escenario desconocido en nuestra joven autonomía, en la que se han invertido todos los estamentos de poder.

De abajo arriba y de arriba abajo. El famoso proverbio antiguo, erróneamente atribuido a Eurípides, “aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”, en este caso es mundano. La desestabilización ha sido terrenal. Víctima de su propia cuadrilla, ha contribuido a la convulsión que ha provocado una catarsis parlamentaria.

El domingo tuvo lugar la tormenta perfecta. Con los sistemas de alarma desactivados, la guardia pretoriana recogida en su autosuficiencia. Con las huestes propias desestabilizadas, desnortadas y desconfiadas con los suyos,….se movilizaron casi en exclusiva las huestes de la oposición.

Contra la voluntad de los dioses, sin control de los elementos (la naturaleza y los subordinados) y sin sistemas de información -la falta meteorólogos zurdos- no se puede prevenir y afrontar una situación desfavorable.

El mar esta encrespado, esta vez si se anuncia marejada, una fuerte marejada. Con el mar embravecido y con esta tropa, la huida hacia posiciones mesetarías confortables, se antoja difícil. Solo queda explorar la retirada, acompañado por Zemog, el fiel, enciclopédico y todopoderoso sherpa, por la senda de las montañas, que permitirá acceder al refugio de la inexpugnable Acrocse. El tactisto siempre se guarda una honrosa salida.

El charrán, ave marina que se maneja con soltura en condiciones atmosféricas desfavorables tiene habilidades suficientes para sobrevivir y para sobrevivirles. En especial, una vez liberada de sus intrépidos moradores y convenientemente desparasitada, tendrá oportunidad de reponerse y recuperar el papel que los ciudadanos le quieran encargar en la nueva era. Los malvados no han sobrevivido a sus despropósitos, la marca …, muy debilitada, si tiene oportunidades de recuperación. Sin duda.

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