Al margen del plus de emoción que aportan los cruces de Javi Ros u Ortuño en la alineación y Carreras con Vázquez en los banquillos, hoy recibe al Mallorca uno de los equipos más irregulares de la categoría. Esa falta de continuidad, este salteado de tropiezos, acabaron con el efecto Popovic al frente del máximo representante del fútbol aragonés para el que el ascenso no es solamente un objetivo ineludible, sino una exigencia. Así debería ser también para los mallorquinistas que, desgraciadamente, han asumido un listón más bajo sin rechistar.
El Zaragoza no ha mejorado con el relevo de su técnico, mantiene ese gráfico más parecido a una montaña rusa en la que alternan picos y valles provocados por una delantera poco constante y una zaga quebradiza. Por las noticias que llegan desde la capital maña no da la sensación de que la salida inicial de Culio sea un problema, aunque en rueda de prensa el ex entrenador y ex jugador del cuadro balear se mostrara más preocupado por los goles que encaja –el Girona le metió tres- que por lo que deja de marcar. En esta faceta acusa la baja de Cabrera, que no estará en el matinal, aunque recupera a Vallejo tras dos meses de baja por lesión.
La lenta recuperación de David Costas y la prolongación temporal de la dolencia de Truyols siembran la duda en los planes visitantes. ¿Seguirá Yuste como defensa central o repetirá Company en la demarcación?. Sorprende la llamada de Kassim, defenestrado en la convocatoria precedente y la desaparición de Brandon que, evidentemente, ha pasado de ser imprescindible con Ferrer y Gálvez a perder la confianza del gallego que les sustituyó.
En resumen se enfrentan dos equipos que, en distinta medida, han defraudado sus propias expectativas y que, debido a ello, se hacen imprevisibles y a veces incluso invisibles.
