El govern está conformado por el pacte entre PSIB y MES per Mallorca, con el apoyo permanentemente condicionado, de MES per Menorca. Con Podemos, haciendo la puta y la Ramoneta, alternando, de forma improvisada pero sistemática, la duplicidad y la ambigüedad en sus apoyos al ejecutivo.
Los socios minoritarios lastran el gobierno de todos los baleares con exigencias radicales que son apoyadas por un porcentaje muy bajo de la población. Sin ir más lejos, la imposición del catalán como requisito para poder trabajar en la administración sanitaria, está discriminando a un número muy significativo de profesionales. Está generando, incluso antes de su aplicación, división, movilización y problemas en todos los sectores y niveles asistenciales.
Las políticas radicales están resultando un peaje muy caro para garantizar la mayoría, que no la estabilidad. Se expresan con especial virulencia en las áreas de su competencia. Tiene su máxima expresión en la Vicepresidencia del Govern y Consellería de Innovación, Investigación y Turismo.
Los esfuerzos para apuntalar a un Barceló, amortizado por sus errores, tienen un marcado carácter partidista. Un partido que enarbola la bandera de la honradez como seña de identidad no puede sobrevivir, en menos de un año, a la sonrojante retirada de la consejería de transparencia por actuar con opacidad y al cese de su secretario general por manifiesta incompetencia en el desarrollo de sus funciones.
El crecimiento económico y las cifras históricas de visitantes no se transforman en mejoras en el bienestar de los ciudadanos y los ámbitos de innovación, investigación y diversificación de la economía están totalmente desatendidos por falta de impulso político. El coste de oportunidad del este pacto de intereses está resultando muy costoso al conjunto de la sociedad.





