Mejor sin ellos

Anteanoche me aconteció un sueño maravilloso. Era un sueño liberador de esos que hacen que te despiertes con una sonrisa y te predisponen a pasar un día feliz. En mi sueño no me tocaba la lotería ni tampoco vivía una sesión de sexo intensivo, pero a juzgar por mi despertar el resultado era casi el mismo. En ese mundo onírico del subconsciente se me aparecía un mundo sin políticos ni gobernantes. Solo eso. Suficiente para regresar a la vigilia con rostro de felicidad. Tal vez pueda parecer absurdo pero a medida que reflexiono sobre ello va tomando forma y consistencia.

Cuando era niña temía al hombre del saco, gigantes que apresaban de noche a los niños que no se portaban bien, y otros monstruos fantasmagóricos heredados de nuestros ancestros. Pero al final no pasaba nada. Con el día se diluían mientras nuestra imaginación ya apuntaba en otra dirección. De mayor comprendí que el peor monstruo era de carne y hueso, y que a menudo podía ser mi prójimo, mi compañero, mi conciudadano.

Ese sueño de destierro por desgracia es un deseo compartido por gran parte de la población.  A lo largo de décadas hemos sido testigos y víctimas de las pésimas gestiones de unos políticos infames cuyo único fin ha sido enriquecerse y prosperar a costa del pueblo. Absurdos proyectos fastuosos se han ejecutado con el objetivo de mordidas para unos y deudas impagables para todos. Montesquieu, que conocía como pocos el alma de los hombres, tenía razón: ”La guerra es el arte de destruir a los hombres y la política, el de engañarlos”.

Buena parte de los problemas serios de nuestro país son atribuibles a nuestros gobernantes, a veces por sus acciones, en otros casos por su desidia. Hemos involucionado hacia una decadencia institucional de la que no se exime ningún estamento y nuestra querida democracia parece navegar en aguas turbias y sin rumbo definido.

Y siempre pasa lo mismo. Se suceden unos a otros, se intercambian sillones y carteras, y al cabo de un tiempo seguimos un poco peor. El tiempo pasa, todo parece cambiar pero ellos siguen instalados en su codiciada poltrona. Se dice que todo pueblo tiene los políticos que se merece.

Se aproxima el mes de Agosto y la clase política se va de vacaciones. Muchos ciudadanos no pueden pero ellos sí. Pero mejor así. Si ellos no están no hay riesgo de pifiarla tanto. Este país los meses de Agosto funciona mejor que nunca. Desde siempre. Mejor sin ellos.

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