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Este fin de semana con la predicción meteorològica que tenemos, permítanme que les haga una invitación. Una invitación para ir al cine. Pero sin salir de sus cases. El titulo de mi articulo de hoy es el titulo de la película que les propongo ver. Como no podía ser de otra manera, el contenido de esta película documental es educativo.

Este film ha sido grabado en EEUU y demuestra cómo escuelas ubicadas en entornos desfavorables son capaces de hacer cosas inmensas con sus alumnos y que el aprendizaje de estos sea totalmente significativo.

Para que esto se produzca, es necesario que se den varios factores. Uno de ellos es la organización escolar. Ésta no está pensada en lo educativo sino en el tejido productivo y económico del entorno social. Algunas veces ya he apuntado la idea de que en España únicamente podemos competir con talento porque nuestro sector productivo es básicamente nulo. Si no enfocamos nuestras políticas educativas en este sentido, las deberíamos enfocar al sistema productivo que nos rodea. Pero lo que no es posible que no sea “ni chicha ni limoná”.

Otro de los factores de éxito es que los currículos los diseña una comisión de diez personas y son inamovibles. En este caso concreto, los currículos tienen una vida de 125 años. Exactamente igual pasa en España. En las últimas cuatro décadas, hemos aplicado 8 leyes educativas diferentes.

Tampoco dejan de lado que la educación no es sinónimo de estandarización. Esto es, darle a cada alumno lo que necesita en cada momento. Esto aquí le llamamos equidad; pero, de momento, se queda en el intento, porque es en pocos centros educativos donde se consigue aplicar a todos los alumnos este principio.

Allí valoran el conocimiento y lo tratan no como algo externo sino como algo compartido. Aquí lo defenestramos. Y no puede haber progreso educativo si dilapidamos el conocimiento. Sin conocimiento no hay progreso.

Y como no podía ser de otra manera en el ADN de los americanos, no se olvidan de incluir en su receta los principios de perseverancia, esfuerzo, resiliencia, ingenio. Hasta tal punto que los alumnos de ese centro educativo se quedan hasta altas horas de la madrugada a retocar un proyecto para presentar a los pocos días en la escuela. Lo mismo sucede aquí en entornos sociales similares. En la mayoría de casos, los alumnos tienen el centro educativo como su segunda opción.

Esto es sólo un ejemplo de lo que sucede en nuestro alrededor, lejano, pero alrededor. Si queremos que las cosas sean diferentes, deberemos hacer cosas diferentes. El sueño pedagógico está ahí. Solo queda bajar del mundo de las ideas y convertirlo en realidad. A pesar de lo que dijo Calderón de la Barca, “la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Otro sistema educativo es posible.

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