Por primera vez en la historia de España, el Gobierno de Madrid, el de Baleares, los tres consells importantes de las islas, y la totalidad de las ciudades importantes (Palma, Inca, Manacor, Maó e Ibiza) son del Partido Popular. Pero es por primera vez este es el partido más votado en 15 autonomías. Por primera vez el PSOE no es líder en ninguna región y sólo le queda Sevilla y Barcelona. Si se diera la situación de que el PSOE perdiera Andalucía y que, como es más probable, el nuevo escenario vasco arrojara un gobierno liderado por los nacionalistas, probablemente el ayuntamiento de Lloseta estaría entre las instituciones políticas más importantes en manos del PSOE en toda España. La debacle de los unos coincide con el apogeo jamás visto de los conservadores. Sin embargo, después de un instante de admiración por lo que ha logrado Zapatero, hay que orientar la atención al reto que tiene ante sí el Partido Popular: nada justifica que este partido en tres años no haya hecho lo que dice que sabe y quiere hacer; no tiene obstáculo de ninguna clase y España está esperando ver la concreción de lo que nos ha dicho que sabe y quiere cambiar. Desde luego, no parece que nos dirijamos a una época de diálogo y de consenso pero, tomemos buena nota, esto exige eficacia y solución a los problemas. No será por falta de herencia, pero tampoco por ambigüedad en el mensaje que los ciudadanos dejan en la mesa del nuevo inquilino de La Moncloa.
