Obsesionados con los hoteleros

Los diputados autonómicos de Més per Mallorca, David Abril y Antoni Reus, presentaron una proposición no de ley en el Parlament para que se modifique la Ley General de Turismo con el objeto de que la calidad en el empleo sea tenida en cuenta a la hora de conceder estrellas y establecer la categoría de los establecimientos hoteleros. Defienden los ecosoberanistas que deben fijarse unos “requisitos mínimos” de las condiciones laborales.

Es preocupante la obsesión que algunos partidos que forman parte del Govern demuestran hacia los empresarios hoteleros, a quienes se empeñan por dibujar como seres despiadados únicamente preocupados por ganar dinero a toda costa sin importarles nada más. A este respecto habría que decir que no parece que los hoteleros tengan peor reputación que los políticos, algunos de los cuales han perdido de vista que cobran un generoso sueldo público para solucionar problemas y no para crearlos, como es el caso. Pero es que además lo único que cabe exigir no solo a los hoteleros, y a todos los empresarios en su conjunto, es que cumplan escrupulosamente con la Ley. Es decir, que se sujeten a lo establecido en el Estatuto de los Trabajadores y al convenio colectivo vigente en cada sector. Todo lo demás es puro postureo y demagogia barata.

Es difícil encontrar una semana donde desde los partidos que conforman el Govern o le dan apoyo parlamentario no se ataca con virulencia a los hoteleros, ya no solo con declaraciones contra ellos (a menudo alejadas de la realidad acusándoles de explotación laboral) sino impulsando medidas legislativas que buscan perjudicarles. La Ecotasa es la principal de todas ellas, aunque el Decreto Ley de medidas urgentes en materia urbanística no se queda atrás.

Esta política anti-hoteleros es irresponsable y puede tener consecuencias muy graves para la industria turística en su conjunto, porque mientras se ataca a este sector empresarial al que se acusa de ser el responsable de todos los males que aquejan a la comunidad, se olvida de luchar contra la oferta ilegal o, por lo menos, de someter a las mismas exigencias al resto de sectores productivos. ¿O es que acaso las condiciones laborales en la hostelería han de ser distintas al comercio, el transporte o la industria?

La “hotelerofobia” que demuestran algunos –y no olvidemos qué partido ostenta la conselleria de Turismo aparentemente para destrozar al sector– lanza un mensaje nada subliminal: es preferible dedicarse a cualquier otro negocio antes que al hotelero. Así no es de extrañar la proliferación de la oferta turística ilegal, contra la que nada ha hecho hasta el momento el Govern de Armengol ni la conselleria de Biel Barceló, entretenidos como están criminalizando a los que se sujetan a la oferta legal y reglada.

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