La derrota histórica del PSOE balear acarreará “las reformas que hagan falta”, decía la secretaria de Organización del PSIB tras la reunión de la ejecutiva en la que los líderes socialistas analizaron la debacle electoral del 22-M. Pero Rosamaría Alberdi fue ambigua: por un lado, no descarta que la consecuencia del “gran castigo” que ha supuesto la pérdida de más de 27.000 sea la dimisión de los actuales líderes socialistas y, por otra parte, dice que todo podía quedar en “organizar” el partido de otra forma, dando mayor participación a los simpatizantes. Lo lógico sería que tanto Francesc Antich, como Francina Armengol, Aina Calvo y también Joana Barceló asumieran la derrota en primera persona. Pero, a fecha de hoy, ninguno de ellos ha puesto su cargo a su disposición del partido porque “no era el momento”. Dado por hecho el fin político de Antich como primer exponente del desastre electoral, ninguna de las tres aspirantes a sucederle puede sacar pecho porque ninguna ha quedado mejor parada que las otras. Los números son tozudos y mientras Antich ha perdido en cuatro años el 20,5% de sus votos, Armengol le ha superado cediendo el 21,1% de su apoyo electoral y Calvo se lleva la palma –del demérito, que no la ciudad– con un descalabro del 23% de los votos que obtuvo en 2007. Así, el fracaso de Armengol ha sido mayor aun que el de Antich y solo mirando para otro lado el PSOE balear podrá seguir la inercia que conduce a que la de Inca sustituya al frente del partido al de Algaida. Por su parte, Calvo sigue la peligrosa senda de calcar el estilo de Zapatero y aunque su derrota ha sido mayor que la de Antich y Armengol no quiere renunciar a nada, mientras que Barceló, como decía ayer Xavier Albiac en este digital, se ha quedado sin origen ni destino. Todo ha quedado en manos de la reunión del consell polític socialista de la próxima semana en la que no sería de extrañar que en lugar de asumir la necesidad de un proceso de renovación completo de sus líderes se adoptara por decreto la teoría de que la verdadera culpa de la histórica derrota electoral no está en la mala gestión de sus líderes en Baleares sino, simplemente, en la crisis, los mercados y los especuladores.





