Sant Jordi está a la vuelta de la esquina y las librerías lo tienen todo listo para llenar las calles de todo el país tanto con las últimas novedades como con los clásicos editoriales. Pero Palma tiene una particularidad; en la capital mallorquina el Gremi de Llibreters es la institución que tiene la última palabra sobre quién puede montar su puesto ese día y quién no puede hacerlo además de decidir dónde puede instalarse y dónde no. En el resto de ciudades es el ayuntamiento correspondiente el que realiza dichas asignaciones con un reparto imparcial del espacio público.
La polémica no es nueva de este año, ya que esta dinámica lleva perpetrándose desde hace varias décadas. Pero esta edición está marcada por ser la primera que se organiza bajo el mandato del gobierno municipal de PSIB, Més y Som Palma, que se presentan a sí mismos como un equipo político "transparente".
El Gremi de Llibreters está conformado por una serie de librerías concretas, la mayoría de las cuales gozan de una ubicación privilegiada en la Plaça Major o Cort el día de Sant Jordi. Mientras que el resto de librerías son distribuidas por otras partes de la ciudad no tan concurridas. Históricamente, el Ajuntament de Palma ha permitido que sea el Gremi de Llibreters el que tenga la última palabra sobre la ubicación de los puestos y no el mismo consistorio, este año, con la llegada del gobierno del PSIB, Més y Som Palma al poder no ha cambiado ni un ápice el sistema de organización.
