Palma es cada domingo una ciudad totalmente muerta. Tiendas y centros comerciales cerrados a cal y canto, salvo los cuatro souvenirs que permanecen abiertos por la zona de la catedral. Incluso, hay numerosas cafeterías que han decidido que el domingo es el día perfecto para no abrir. Mientras, los turistas deambulan por las calles tristes y vacías de una ciudad sin alma y sin vida. y se las ven y se las desean para encontrar algo abierto. ¿Esta imagen es la que Palma, ciudad turística por excelencia, quiere ofrecer a sus visitantes en domingos y festivos? Pues que así sea, pero después que nadie se queje de si vende poco o si vende mucho, de si la temporada ha ido mejor o peor, de que si las ventas no son lo que eran o de si cada vez hay menos demanda. Lo dije una vez y lo repito de nuevo. Que nuestros comerciantes se den una vuelta por las principales capitales europeas y aprendan. Sólo entonces tendrán derecho a quejarse.





