Así de contundente fue su portavoz en Baleares: “Nosotros no pactaremos con el PP ni con el PSOE, va en nuestro ADN. Hacerlo sería una contradicción a todo lo que defendemos”. Claro. Eran la casta, ¿recuerdan? Pero de eso hace “mucho tiempo”: Antes de las elecciones.
En dos semanas los comunistas han desvelado sus ansias de formar parte de las instituciones de gobierno. Sus cuadros dirigentes lo tenían muy claro. No así unos cuantos engañados que creían en lo decidido en asamblea. El 70% de los podemitas dijo no a un pacto con el PSOE. Pobres… No sólo no hay pacto sino que hay gobiernos en coalición.
Como algunos ya advertimos, el comunismo, sea cual sea su marca, necesita ocupar el poder. Y, siguiendo el manual de Stalin y Dimitrov, para alcanzarlo en las democracias occidentales hay que suavizar el mensaje, moderarlo, para dar la apariencia de que se abandona el comunismo en favor de la socialdemocracia. Y que mejor democracia occidental que la nuestra con un sistema electoral que se lo permite aunque no ganen elecciones. Lenin y Stalin estarían contentos.
Necesitaban la necesaria colaboración de un PSOE que, en proceso de disolución, irresponsablemente, lo facilita, a modo de suicidio en diferido.
El reparto de sillas entre socialistas, comunistas y separatistas garantiza un espectáculo entre cómico y grotesco, que, probablemente, acabe en drama gracias al aval que supone para la inestabilidad política, la inseguridad jurídica, y la vulneración de libertades constitucionales contar con gobernantes condenados por asaltar consejerías y que consideran nuestro Estado democrático y de derecho un “Estado opresor de los países catalanes”. Un drama que sufriremos todos los ciudadanos excepto los que forman parte de la “casta”, ¿recuerdan?
