Prohibidos han sido el “balconing” y el “mamading”. Mira que tenía fácil solución el tema. Bromas aparte.
Tampoco está permitido tirar colillas por la ventanilla del coche o usar el teléfono móvil mientras se conduce.
Tampoco hay que ponerse al volante cuando uno ha bebido o no tiene carnet de conducir. Ni exceder la velocidad que marcan las señales de tráfico.
Hay que ser responsables en una playa y hacer caso a las banderas. No hay que lanzarse sin cuidado desde alturas poco recomendables.
Todas estas acciones, y muchas más son susceptibles de catástrofes. Muchas de ellas penadas con multas y castigos. Aún así hay que lamentarse demasiado a menudo.
En nuestros actos no caben leyes, sino cordura y sensatez. A menudo, también respeto e inteligencia.
Si muchas veces no somos capaces de respetarnos a nosotros mismos, es difícil hacerlo con los demás y con nuestro entorno.
Exigirlo a los que cuidan de nuestro patrimonio, de nuestras leyes y de nuestro futuro es obligación desde la razón. Igual que hacen los padres, enseñando con el ejemplo. Será la única manera de no predicar en el desierto.





