Con frecuencia saltan a los medios de comunicación sentencias por distintos delitos, algunos graves, que nos dejan con la boca abierta por lo ridículas de las penas que imponen. En Palma un juez ha condenado a un hombre a pagar una multa de 240 euros por matar a una peatona tras saltarse un semáforo en rojo. Parece una broma de mal gusto, pero no lo es. En un principio la fiscalía había pedido tres años de cárcel pero rebajó su solicitud al darse cuenta de que en lugar de un delito de homicidio imprudente era una falta de imprudencia con resultado de muerte. Está claro que ninguna condena por dura que sea va a devolver a la vida a esa mujer, pero realmente el dolor de una familia se resarce con el ridículo pago de 240 euros. ¿Es eso justicia o una burla hacia los que han perdido un ser querido? Algo falla en el sistema judicial español cuando dejamos que alguien que ha matado aunque haya sido sin intención se vaya a su casa de rositas. Con sentencias así no es de extrañar que pocos confíen en la Justicia.
