Quién puso más

A día de hoy la diferencia entre el Mallorca y el Atlético Baleares es mayor de la que reflejó el luminoso de Son Moix al final del festival matinal que muchos se empeñaron en confundir con un espectáculo que ninguno de ambos contendientes se halla en condiciones de ofrecer. De ahí que la impotencia de la primera parte diera paso al circo de la segunda, tan engañoso para el vencedor como para el vencido. Si alguien se deja llevar del resultado cometerá un error mayúsculo, pues lo importante es analizar por qué se produjo más allá de sus guarismos definitivos.
Eso es lo que hizo Horacio Melgarejo al deducir que su precedente victoria contra un Formentera ausente mejoraba las perspectivas de su equipo. Con un planteamiento cicatero cedió terreno al anfitrión, más y mejor dotado técnicamente, con un 4-1-4-1 con el que pretendía controlar una medular que nunca fue suya y un dominio del balón que no aprovechó ni siquiera con el viento de cara. Marcó un gol sin haber pisado el área y creyó que no necesitaba más compañía que la de la fortuna. Eso no lo hace un profesional empeñado en reforzar una defensa que carece de mimbres para aguantar de pie. Vallori es el ejemplo paradigmático de un veterano que ya destaca más fuera del terreno de juego que dentro del mismo.
Vicente Moreno debería agradecer el triunfo a la impericia de su colega. Las leyes no escritas del fútbol en esta categoría hablan de la importancia de los quince primeros minutos de cada período. Antes de cumplirlos sus jugadores ya habían remontado la desventaja imperante, de la mano de un Salva Sevilla omnipresente y un Ariday esperanzador. Probablemente ni uno ni otro tapan las carencias de su escuadra, más necesitada de un sustituto para Marc Pedraza, impresentable en el primer gol visitante, y un delantero centro en el que Maheta Molango no parece interesado en invertir. Sin embargo recular ante un rival mal clasificado, con urgencias y contra dirección, en cuanto se acarician los tres puntos, es síntoma de equipo pequeño, no de un campeón.
La justicia o la injusticia no existen en este deporte, pero si los merecimientos y, aunque escasos, fueron muchos más los del líder que los de su enemigo blanquiazul.
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