Reactivar la esperanza

El mes de septiembre siempre ha sido un mes duro para las familias españolas, la llamada “cuesta de septiembre, o la de enero”, históricamente, siempre han hecho efecto en nuestra sociedad, en la que, una mayoría de sus habitantes, viven por encima de sus posibilidades, sin poder hacer frente a los gastos del día a día.

Y en este momento, en el que las clases sociales cada vez se distancias más, en donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada día lo son más.

La clase media, comienza a ser baja y con todo ello, el nivel de esperanza ha descendido de la mano del coronavirus y de la crisis actual.

Yo se que esto pasará que obviamente, esta crisis no estará para siempre, pero es complicado ver el final, incluso para aquellos que somos optimistas por naturaleza.

Siempre intento ver el vaso medio lleno, no obstante, es cierto que, en estos momentos, es complicado hacerlo, cuando una gran parte de la población que nos rodea, o está en ERTE, o tiene un negocio que no es capaz de sacar hacia adelante, o una empresa que hace aguas por todas partes.

Si pudiéramos poner los relojes de la economía a cero, acabar de golpe con la deuda económica del mundo y volver a crear una economía sostenible, ¿cómo imaginarían nuestro mundo?

Yo lo veo como un mundo donde el trueque sería nuestra moneda de cambio, donde cada uno podría aportar a la sociedad aquello que se le diera bien hacer. Un mundo utópico donde el dinero dejara de existir y no hubiera nada con lo que pagar los servicios que diéramos.

Un mundo sostenible por los que están en edad de trabajar y que pudiéramos ayudar a los que, o por su juventud, o por su vejez, ya no pudieran trabajar.

Un lugar donde las familias no estuvieran desestabilizadas, donde tuvieran un sentido y donde las personas se sintieran bien la mayor parte del mundo.

Este utópico lugar, podría emplear a cada persona, según sus habilidades y destrezas, utilizando los dones y las virtudes de todos nosotros para el bien de nuestra humanidad.

Un lugar en el mundo, donde nuestros políticos no fueran seres ególatras, intentando medir sus egos, sino dirigentes preocupados por su pueblo y por sus necesidades, no por sus bolsillos y su huella en la historia que, dicho sea de paso, la mayoría dejarán una fotografía horrible para las generaciones venideras.

Me encantaría tener la varita mágica para aportar un poco de sosiego y esperanza a nuestros lectores, que cada día lee desgracias en estas líneas, peleas y conflictos y poder aportar buenas noticias y esperanza en un mundo mejor.

Me gustaría poder poner mi granito de arena, hacía una sociedad más colaborativa y menos individualista, más amigable y menos bélica, más comprensiva y menos ególatra, pero creo que, aunque me duela admitirlo, estamos a muchas décadas de distancia de esa sociedad y todavía, se deben de producir muchos cambios en nosotros para poder ver esa sociedad que tanto añoramos.

Tal vez nuestros hijos, o sólo tal vez, ahora estemos ante el mejor momento de la historia para empezar de cero e ir hacia esta utópica sociedad.

Porque si nuestros gobernante y cada uno de nosotros quisiéramos, tal vez entre todos, podríamos estar ante el momento más importante de nuestra historia, poniendo de nuestra parte para poder seguir creciendo y avanzando hacia una sociedad colaborativa e integrativa.

Tal vez, ahora sea el momento de cambiar y dejar de ser tan “ombliguistas”, pensando solo en nuestro beneficio y en como salir hacia adelante como seres individuales, en lugar de como colectivo.

Es el momento del cambio y solo la Esperanza con mayúsculas, en que podemos tener un mundo mejor, es el camino para conseguirlo.

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