Dicen que resistir es ganar y el Mallorca se aplicó a ello aunque solo fuera para escatar un punto que no mereció sumar. Dada la diferencia de potencial y presupuesto, los de Vicente Moreno no pueden justificar su pésimo partido en la expulsión más que merecida de Alex López, un futbolista desagradable que sale casi a tarjeta por partido. La de ayer roja por una patada a la impotencia propinada sin balón a la pantorrilla de un contrario. Mala reacción y peor elección. El club debería añadir su propio castigo al del Comité de Competición, por maleducado y reiterativo. En cambio no hay mérito alguno en una resistencia numantina en la que la fortuna volvió la espalda al dominante y favoreció al dominado que en ningún caso puso de manifiesto su condición de líder, no inquietó la portería local en toda la mañana y puestos a jugar con nueve en su área lo mismo daba que se quedara con uno menos e incluso con dos.
Sobrevivir en medio del caos raya la proeza. No es que el Atlético Baleares mereciera mucho más que el empate ante un Elche que regaló un penalti innecesario y encontró un premio excesivo, fuera en tiempo de prolongación o antes de cumplirse un minuto, eso da lo mismo. Debutó Mandiola como técnico blanquiazul y debió quedar atónito cuando el mismo jugador que había rematado desde fuera del área, Nino, alcanzó el inmediato rechace de su portero, Aulestia, antes que los propios defensores convertidos en espectadores de privilegio. Las tablas se rehicieron sin tiempo para más, pero nadie había fabricado juego suficiente para acreditar una balanza favorable. Pero aunque con respiración asistida, el equipo se mantiene vivo. Se ha perdido mucho, pero no todo. Igualar en casa contra un enemigo de play off tampoco es tan malo.






