¿Será que yo mismo me he vuelto talibán?

No soy un experto en derecho internacional, ni en lucha antiterrorista, ni, por supuesto, defiendo a un grupo de dementes como Al Queda, a quienes quisiera ver entre rejas, como se merecen. No soy tampoco de esos que hila tan fino que se manifestaba contra las guerras ilegales, contra la presencia de soldados en Irak o en Afganistán, aduciendo que faltaba el sello del abogado de la ONU, como si una guerra legal fuera menos sanguinaria y más correcta que las otras. Pese a todo ello tengo la impresión de que la muerte de Bin Laden no es lo que llamaríamos un ejemplo de legalidad. Vamos, que no es para explicar en la Facultad de Derecho. ¿Cómo va esto de que un país envíe sus servicios secretos a un país soberano, con el que no está en guerra ni tiene ningún contencioso que pueda justificar la presencia con armas, ataca una casa en la que, efectivamente se refugia un criminal, y mata al propietario y varios más? ¿Podría pasar mañana en España, por ejemplo? ¿Los americanos, si quieren, pueden entrar aquí con sus helicópteros, sin llamar a la puerta? ¿O sólo lo consentimos en un país pobre? ¿Cómo es esto de que el presidente del país que ataca y mata al criminal, Barak Obama, anuncia públicamente que han matado a una persona en otro país y que lo hicieron sus servicios secretos? ¿Cómo va esto de que Zapatero felicite inmediatamente a Obama por esta fantástica acción, sin hacer mención alguna a que tal vez, quizás, se ha franqueado alguna barrera? ¿Cómo es que el presidente de la Comisión Europea se felicite de que ha prevalecido la defensa de la libertad? Yo me imaginaba que en esto habría unos procedimientos judiciales, que existía la extradición, que unos jueces estudiarían el caso, que habría una sentencia y que se aplicaría la legalidad. Me lo imaginaba porque se supone que nosotros, los civilizados occidentales, estamos con el orden legal y no defendemos esto de mandar a un grupo de soldados armados y arrasar al que creemos que es culpable; yo pensaba que nosotros no íbamos de matones, aplicando el ojo por ojo y diente por diente de aquellos brutales babilonios. Creía que nosotros, los modernos y sensibles, no entramos a bombazos en las casas, aunque sus ocupantes sean todos unos horribles terroristas, que lo son, sino que tenemos unos procedimientos. Me pensaba que los que criticaban Guantánamo querían atacar la ilegalidad, no a Bush. Pero dado que ayer no oí a nadie, absolutamente a nadie, comentando el pequeño detalle de que Estados Unidos entrara en Pakistán con helicópteros como si fuera Alabama -ni siquiera a Grosske- todo esto debo pensarlo porque no soy experto en derecho internacional. O es que me debo de haber vuelto un poco talibán.

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