Hemos pasado el calendario de fiestas del mes de enero en Mallorca con una amplísima participación popular en todos los eventos y convocatorias que se han llevado a cabo en toda la geografía isleña. Hay que celebrarlo. No obstante, pido una reflexión general ante una radicalización de la oferta popular de las convocatorias alternativas a los programas oficiales. Los sociólogos coinciden en afirmar que un evento se convierte en popular si se mantienen unos 20 años. El caso más significativo son las fiestas populares del patrono de Palma. Desde hace casi 30 años, algunos palmesanos celebran el santo con actividades lúdicas fuera del programa oficial. Cada año, consiguen que sean más los que se suman a la convocatoria de actos paralelos a los oficiales. Esta es la verdadera esencia de la fiesta popular, la que emana de los vecinos, la que se origina por el simple hecho de aprovechar una fecha señalada, para hacer fiesta, bulla o trui. Y estas fiestas, organizadas por gente normal, ciudadanos de calle, vecinos del barrio, con o sin música, con o sin escenografía, con cultura o con borrachera, han calado y muy fuerte en nuestra sociedad. Es verdad que son fiesta para los más jóvenes. Pero, no nos engañemos, participa todo tipo de generaciones. En los próximos 25 años, serán más importantes que las fiestas oficiales, y mucho más participadas por los vecinos. También habrá que sumar a los residentes en otros barrios, pueblos y ciudades de Mallorca. Todo el mundo quiere fiesta, y bienvenida sea.
Segunda reflexión. Estas fiestas alternativas nacen del pueblo, de todo el pueblo. En IB3TV, sondearon a los que participaban en comidas, reuniones, tardeo y copas durante estos días en Palma. Algunos vecinos aplaudían esta propuesta divertida que nacía (eso creían ellos) de la voluntad política de movimientos sociales, republicanos, anticapitalistas y comunistas. Y eso es mentira. Pero como la historia ya nos ha demostrado, siempre es la izquierda la que se hace suya, la calle. La derecha, la simbología tradicional. Empezaron los nacionalistas vascos en las fiestas de san Fermín, al insultar y echar físicamente a los políticos del ayuntamiento a la hora de celebrar la fiesta. Lo mismo hizo la izquierda nacionalista y los separatistas catalanistas de Palma, que utilizaron a los vecinos para atacar a la derecha en las fiestas de San Bernat en el Monasterio de la Real, en Palma. Y todo para oponerse a la construcción del hospital de Son Espases. Y ahora qué. Ese es el problema que hay que prever. La fiesta es de todos. Todos deberíamos participar activamente en las convocatorias. Aprovechar que se han organizado las primeras cofradías. Ese será el futuro. Mallorquines, la fiesta es de todos, de los que han nacido aquí y los que residen aquí. Mallorquines, no gente de derechas o de izquierdas. No permitáis que los intereses de unos pocos se apropien de los deseos de todos los demás. La fiesta es de todos y todos debemos reivindicarla y excluir a los que quieran hacerla suya. Insisto, habrá que echar a los que intentaran vender su burra para conseguir que el futuro electorado vote a su propuesta. Ojo, lo mismo que siempre han hecho los políticos de una y otra facción. Y como conclusión final, leer la noticia de la Misa de Completas de Manacor. 1.500 vecinos, todo el pueblo, unidos en el canto de la fiesta: el Goigs. Por encima de alcaldes, párrocos, políticos y provocadores, los ciudadanos de Manacor recuperaron su fiesta, tal como ellos han querido que sea. Católicos y agnósticos juntos en la celebración del ideal de sociedad; todos unidos.





