Asima: Pedro José Pedrosa Veny. Comercial Pedrosa

“Si he tenido éxito es porque he trabajado mucho, no he engañado a nadie y no he dejado de pagar ninguna deuda”

Pedro José nació en Palma en plena Guerra Civil, en 1938. Tuvo la desgracia de que su padre falleciera antes de su nacimiento, con lo cual no pudo conocerle. Fue el menor de dos hermanos. Su hermano, bastante mayor que él, trabajó varios años en el hoy desaparecido Bar Niza de Plaza España. Su madre, por su parte, regentaba una tienda de comestibles en Palma y pasaba muchos ratos cosiendo ropa para sus dos vástagos. Pedrosa recuerda su infancia “tranquila, pero sin mucho dinero” y jugando a la peonza. El caso es que enseguida mostró inquietud por mejorar, por ser alguien en la vida.

Así las cosas, tras estudiar Peritaje Mercantil, “porque algo tenía que estudiar”, aprobó unas oposiciones para trabajar en el Crédito Balear. El sueldo sería de 200 pesetas al mes, “me acuerdo perfectamente”, confiesa. Pero en esas estaba, cuando un buen amigo suyo le comentó que existía la posibilidad de irse a trabajar con su padre a la República Dominicana.

Así, con apenas 19 años a cuestas, y ya licenciado del Servicio Militar (donde había dado clase a los reclutas más necesitados), Pedro José Pedrosa hizo las maletas por vez primera en su vida. “Es cierto, nunca había salido de Mallorca hasta entonces. Recuerdo que en el viaje hice escala en Madeira, en Puerto Rico y de ahí a Santo Domingo”.

Firmó el contrato de trabajo apalabrado anteriormente y empezó a trabajar para la empresa Hilari Mayol, que comerciaba con todo tipo de productos (de limpieza, conservas…), excepto los perecederos. Enseguida, Pedrosa se ganó la confianza del jefe y asumió responsabilidades importantes, como por ejemplo ocuparse del inventario de un buen número de tiendas o del cobro a los clientes, ya fuera en pesos dominicanos o en dólares. “Recorría un centenar de pueblos alrededor de Santo Domingo. Eran pueblecitos pequeños, con chabolas, y entre cincuenta y cien habitantes cada uno”.

Tras pasar dos años en la República Dominicana, y con una buena y prematura experiencia profesional a sus espaldas, más unos importantes ahorros, Pedro José decidió regresar a Mallorca. Estuvo un par de años trabajando junto a unos primos suyos y luego ya en un negocio de limpieza, de un conocido, con un sueldo anual de 50.000 pesetas. También estuvo otro par de años.

A todo esto, Pedrosa se había casado y tenido dos hijas: Juana María y María Victoria. Finalmente, en 1972, optó por dar un paso al frente, avalado por su conocimiento del mundo de los negocios, concretamente en el sector de la limpieza (en el que empezó y sigue). Empezó con la fabricación y venta de detergentes en un local situado en la antigua Clínica Peñaranda, en Palma.

En 1974, Pedrosa compró la nave que ahora ocupa en Gremio Silleros y Albarderos del Polígono de Son Castelló. “Se la compré a Damián Barceló, uno de los grandes artífices de ASIMA”, recuerda, para alquilarla cuatro años y usarla ya como sede definitiva de Comercial Pedrosa desde 1978 y hasta la fecha.

En aquella zona del Polígono, recuerda Pedrosa, “apenas si había cuatro o cinco empresas en aquellos tiempos”. Sabiendo a quién compraba, qué productos vendía (los que ofrecían más margen de beneficio) y a quién los vendía, el negocio fue mejorando poco a poco. Casi todo aquello relacionado con la limpieza se podía encontrar en Comercial Pedrosa: detergentes, escobas, trapos…

Con 46 años, Pedro José Pedrosa enviudó para volver a casarse cuatro años después. En paralelo, fue propietario de un bar que estuvo junto a su empresa en el polígono unos veinte años. Con la perspectiva que da el tiempo, Pedrosa afirma convencido que “he disfrutado mucho más yo trabajando de lo que lo harán las siguientes generaciones disfrutando del dinero ganado”. Justifica esta afirmación de la siguiente manera. “Nunca he concebido el trabajo como una obligación, sino como una devoción. Y he disfrutado mucho; he hecho muchos amigos en el negocio, y hablo tanto de empleados, como de proveedores y clientes”.

Entre los empleados, subraya el nombre de Vicente Pérez, que lleva en la empresa desde los inicios de la misma; es decir, 44 largos años. “Ahora ya no, pero antes conocía el nombre de todos mis empleados… Muchos tienen aquí a sus hijos también trabajando con nosotros, y eso te llena mucho”.

Lo cierto es que Pedrosa no se conformó con Mallorca ni con el sector de productos de limpieza. Por una parte, desde mediados de los años noventa, constituyó en Ibiza Representaciones Sant Antoni (dedicada igualmente y por completo a los productos de limpieza) y, por otra parte, “porque así vino dado” la empresa se especializó también en los productos tratamientos de aguas de piscinas, especialmente del sector hotelero aunque sin olvidar al cliente particular. Más recientemente (hace unos tres años), Pedro José Pedrosa adquirió el Hotel Club s’Illot.

Así, el conjunto de empresas que administra Pedrosa a día de hoy eleva la cantidad de empleados hasta más allá de la centena, de los cuales unos sesenta siguen estando en la originaria Comercial Pedrosa del Polígono Son Castelló.

En el ámbito de la producción y distribución de productos de limpieza, Comercial Pedrosa cuenta como clientes en un noventa por ciento a hoteles, y el resto repartido entre hospitales, colegios y otras colectividades. “En ese terreno, sufrimos una estacionalidad tan acusada como el propio sector turístico, al que abastecemos. La temporada baja para nosotros está entre noviembre y febrero, pero no podemos cerrar porque los otros centros a los que servimos tampoco lo hacen, y nos debemos a ellos”.

Tras haber tenido unos años a su hija menor en el negocio, en los últimos dos años es su yerno, Tony Cursach, quien, en calidad de director general del grupo de empresas, lleva el día a día de las mismas. “Obviamente, aprendo muchas cosas de él, y espero que él también pueda haber aprendido alguna de mí”, confiesa Pedrosa. “Gracias a Dios, Tony sabe lo que se lleva entre manos…”.

Aún es pronto, pero en cualquier caso Pedro José Pedrosa no cree que, en su caso, se cumpla aquello de que la segunda generación de un negocio familiar es quien lo mantiene y que la tercera es quien lo cierra. “Falta mucho para ello; en todo caso, yo ya no lo veré. Ellos verán qué hacen cuando llegue el momento…”.

Hablando no ya de futuro sino de presente, Pedrosa admite que no han notado demasiado la crisis económica que ha azotado a la economía mundial en los últimos años. “Nosotros no podemos decir que estemos en crisis. Eso sería falsear la realidad. Quizás pudimos disminuir un diez o quince por ciento al inicio de la misma, nada descabellado. Ahora estamos en niveles de facturación superiores a antes de empezar la crisis.”

Y confiesa, en este sentido, que para aguantar los malos momentos empresariales, hay que saber ahorrar y reinvertir en la mejora progresiva de la empresa.

Más allá de eso, afirma que el problema de la morosidad que, con mayor o menor gravedad, siempre ha estado presente para la mayoría de empresas, en los últimos años se ha paliado bastante, “al prácticamente desaparecer las letras o los cheques”.

Preguntado por si, como empresario de éxito que ha sido y es, se ha sentido objeto de envidia, pronuncia un lacónico. “No lo sé”. Para añadir acto seguido: “Si he sido envidiado, yo no lo he sentido, con lo cual el problema lo tiene el que envidia”.

Además del trabajo, Pedro José Pedrosa también ha tenido tiempo para ciertas actividades de ocio. “Pescar es algo que siempre me ha gustado”, confiesa, del mismo modo que cada día nada en la piscina.

Finalmente, a propósito de la política, Pedrosa se desmarca rápidamente. “Yo soy apolítico”, comenta. “Y trabajo para todos los clientes con independencia de su ideología”.

Esta entrevista ha sido publicada en el libro Empresarios con valor editado por Asima para realzar la figura del empresario.

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