Yo no me creo que la Juez Ayala sea una jueza con una especial animadversión hacia la UGT, CC.OO y el PSOE, al igual que no me creo que el Juez Ruz tenga ganas de fustigar irracionalmente al PP, ni tampoco me creo que todos los sindicalistas de la UGT sean unos corruptos, y mucho menos aún, que todos los militantes del PP se hayan beneficiado de los abultados sobres. Lo que si defenderé es que, si finalmente la justicia ratifica lo que aparece en los medios de comunicación, no puede quedarse impune ningún sindicalista o político “trincón” y debe caerles una sentencia ejemplar.
Desde mi militancia en otra organización sindical, la Unión Sindical Obrera (USO), que no comparte en modo alguno el modelo sindical que defienden los mal denominados “sindicatos más representativos”, analizamos las últimas noticias referidas a estos sindicatos desde una perspectiva más amplia que la de aquellos que se quedan simplemente en un ataque indiscriminado al sindicalismo en general.
Bajo nuestro punto de vista, CCOO y UGT han sido amparados Gobierno tras Gobierno, fuera éste del PP o del PSOE, a base de subvenciones y sillas en nombre de la representación institucional para ese bisindicalismo bicéfalo (¿o debería decir unisindicalismo?), a través de la formación, el dialogo social, la salud laboral, la cooperación etc. y con carácter excluyente hacia la USO (excepto migajas tras sentencias judiciales por discriminación sindical) y otros sindicatos. Toda una financiación encubierta bajo el pretexto de nobles fines, llegando a privatizar y dejar en sus manos funciones que debería desarrollar la propia administración, como es la formación para el empleo.
Por poner un ejemplo, en Andalucía con todo esto de los EREs, a base de investigar lo publicado oficialmente en el BOJA (Boletín Oficial de la Junta de Andalucía), sólo desde 1995 la UGT ha recibido subvenciones por un importe de 251.000.000 de euros o, si se prefiere, 41.778.000.000 de las antiguas pesetas. Si le sumáramos todo lo de las demás CC.AA y del Gobierno Central y lo recibido por CC.OO, sin olvidarnos tampoco, como hacen muchos medios de comunicación, de lo recibido igualmente en cantidades similares por la patronal CEOE y sus organizaciones, podemos hacernos una idea de la magnitud del tinglado. Todo un sistema sectario y excluyente, perfectamente acotado y engranado de convocatorias, solicitantes y beneficiarios, en el que todas las partes quedan conformes: administración, patronales y CCOO&UGT.
El sindicalismo debe ser regulado, revisando la Ley Orgánica de Libertad Sindical (LOLS), y sí, creo que debe haber una partida de subvención a los sindicatos, sólo una, que se repartiera de forma proporcional y tuviera que ver con lo que hacen los sindicatos para todos los trabajadores, tanto afiliados como no afiliados y, a partir de ahí, a financiarse de la cuota. Una subvención o financiación directa aprobada en el Congreso, con luz y taquígrafos y no dependiente de servilismos o afinidades ideológicas, que financie una estructura necesaria democráticamente con unas funciones constitucionalmente marcadas. Hay que recordar que prácticamente un 30% de la representación elegida democráticamente por los trabajadores de este país no lleva las siglas de estas dos organizaciones, sin embargo a la hora de financiar ese porcentaje es invisible.
Más allá del debate interesado de algunos medios de comunicación de fustigar al sindicalismo y a los sindicalistas, debería haber una autocrítica de los dos “sindicatos mayores”, eliminar las anomalías y tropelías, para dar una imagen absolutamente transparente de lo que debemos ser los sindicatos y no pueda haber ningún tipo de campaña mediática, como la que estamos sufriendo todos los sindicatos y sindicalistas sin excepción. Lo que menos necesitamos hoy en día es que todas las instituciones democráticas estén a los pies de los caballos. Aprovechemos esta “puta crisis”, para hacer limpieza, quitar tumores, extirpar infecciones y construyamos de una vez una democracia de verdad, saludable, en la que los ciudadanos confiemos en todos sus órdenes.
Mientras esto llega somos muchos los sindicalistas que llevamos muchos años sacando adelante a nuestras organizaciones financiándonos fundamentalmente de la cuota de nuestros afiliados, que creemos en un modelo verdaderamente independiente y que no dependemos de un color u otro de ningún gobierno local, autonómico o estatal. Y no nos va nada mal, y se vive sindicalmente con una libertad auténtica.