Todo empezó con un kiosko de prensa ubicado en lo que hoy es la Plaza de la Reina regentado por su abuelo, Vicente Rotger Rosselló, hace noventa años. Hoy, Distribuidora Rotger es todo un referente a nivel nacional. Cuenta con 350 trabajadores, realiza 25.000 entregas diarias, distribuye 2.500 publicaciones, posee 1.000 puntos de venta de publicaciones y otras 2.000 para el resto de divisiones en las cuatro Islas y registra una facturación anual de sesenta millones de euros.
Vicente Rotger (Palma - 1947) pertenece a la tercera generación de esta empresa familiar a la que ya se ha incorporado la cuarta, el director general es un sobrino y una de sus hijas es la responsable del área de libros. Mucho ha llovido desde que el abuelo abandonara su Alaior natal tras verse obligado a cerrar su negocio de monederos de plata debido a los impagos de los clientes alemanes a consecuencia de la I Guerra Mundial. “Mi abuelo exportaba gran parte de la producción a Alemania y cuando dejaron de pagarle, no tuvo más remedio que emigrar a Mallorca dejando a su familia en Menorca”.
El abuelo, luchador nato, pronto encontró un trabajo de friegaplatos en el kiosko de bebidas de la Plaza de la Reina, “cuando pudo tener su vivienda se trajo a la familia y se instalaron en la calle Apuntadores”. Eran tiempos difíciles y todos tenían que contribuir a la economía doméstica, así que su padre, con tan sólo diez años, “ayudaba a una señora que tenía un kiosko de periódicos que estaba enfrente del de bebidas. Esta señora se jubiló y le dijo a mi padre que igual a la familia le interesaba quedarse con el negocio y así fue, ahí empezó nuestra relación con la prensa”.
Ese negocio empezó a crecer y pronto empleó a toda la familia, “mi abuelo, mi padre y sus hermanas tuvieron la oportunidad de coger dos kioskos más en Palma, más tarde también se incorporó mi madre, y posteriormente mi padre tuvo la idea de empezar a ejercer las labores de distribuidor, era una manera de obtener unas condiciones más ventajosas en las ventas para los tres kioskos que regentaban. En aquel entonces en Mallorca había unos quince puntos de venta de publicaciones”.
Vicente Rotger relata cómo fueron los inicios del negocio por lo que su padre le contaba, “durante la República se vendían miles de ejemplares de periódicos, era el medio de comunicación del momento, porque la radio tenía un alcance muy pequeño. Llegaban en barco con tres días de retraso, pero aún así el interés por la prensa escrita era muy grande”.
Vivieron la Guerra Civil, “acusaron a mi padre de anglófilo porque vendía algunos periódicos ingleses”; la dura censura de los años de la dictadura; la llegada de los primeros turistas, momento en el que el negocio empieza a emerger con fuerza y la apertura que supuso la Ley Fraga para el mercado de las publicaciones. “En España había pocas revistas. Se importaban revistas extranjeras para los compradores españoles, como Paris Match, Life o las revistas femeninas italianas. Estaban bien editadas y tenían buenas fotos. Después empezaron a editarse cada vez mejores revistas en España, y con ello creció el interés en su compra."
El boom turístico supuso un espaldarazo para el negocio de los Rotger, “conseguimos recibir el Bild Zeitung el mismo día que se editaba, a las seis de la mañana, gracias a un vuelo directo que lo traía desde Alemania, de manera que se distribuía antes que la prensa que recibíamos de Madrid y Barcelona”.
Los años setenta es el momento en el que Vicente Rotger, recién acabados sus estudios de Economía en Barcelona, se incorpora a la empresa. “Yo fui el primero de mi familia en estudiar una carrera universitaria. Era un chico de provincias que con 16 años desembarqué en Barcelona con mis dos maletas verdes y encontré una pensión para vivir en La Rambla de Canaletas, un sitio poco aconsejable para un chaval de esa edad. Eso era un triple salto mortal, yo aquí había estudiado en Montesión, y me lo había pasado muy bien, hice grandes amigos que aún conservo”.
Recuerda esos años fuera de casa con cariño, “estudiar Económicas fue importante, pero estar cinco años viviendo fuera de casa, buscándote la vida y abriéndote al mundo desde todos los puntos de vista, teniendo en cuenta que coincidió también con el intento de apertura política contra el régimen establecido, fue importante para mí. Yo me lo pasé muy bien. Al acabar la carrera pensaba que no trabajaría nunca con mi padre y con la empresa familiar y que no me establecería. Hice exactamente las dos cosas”.
“Acabé la mili y pensé que mi familia me había ayudado toda la vida y que dedicarle dos años de mi vida a la empresa familiar, sería lo mínimo. Cuando acabó el segundo año, decidí que podía estar un poco más, y ya me quedé toda la vida”.
Así pues, se incorporó con su padre “porque estaba muy desbordado, el negocio crecía a un ritmo muy fuerte”. Empezó repasando las facturas en administración, pero al tercer día, aburrido de ese trabajo monótono, se fue al puerto a ver como llegaban las revistas, “me dio la impresión de que el proceso era mejorable y eso era más divertido que estar en la oficina. Y así, poco a poco, me fui metiendo en lo que era la operativa del negocio”.
Sin duda alguna, la incorporación de Vicente Rotger al negocio familiar supuso una pequeña revolución. “El negocio crecía muy rápido y yo hice lo que hoy llamamos un plan de negocio, entonces estábamos en una travesía del Paseo Mallorca y planteé dos cosas que había que hacer en un futuro, una era irnos de Palma con unas estructuras que permitieran racionalizar todos los procesos logísticos, y la segunda era incorporar la informática, que a principios de los setenta ni se planteaba. Fuimos la primera distribuidora de España informatizada y una de las primeras de Europa”.
Se ríe al recordar lo que su padre siempre le decía: “Hay dos maneras de arruinar una empresa, una es contratar a un economista y la segunda incorporar un ordenador. Pero añadía, no te preocupes, si se da la primera condición necesariamente se dará la segunda”.
La cosa no paró ahí, “montamos distribuidoras en Menorca e Ibiza e incrementamos las líneas de negocio, distribuir prensa es caro porque tienes que cubrir todos los puntos de la Isla de dos a tres veces al día y había que incorporar líneas de negocio que fueran complementarias y compatibles. Empezamos con libros, papelería, libros de texto, más tarde la alimentación, y también incorporamos puntos de venta propios especializados en publicaciones”.
A finales de los setenta las dimensiones que había adquirido la empresa les obligaba a buscar otra ubicación y ahí entra en escena el Polígono de Son Castelló de ASIMA, “aunque se barajaron otras opciones, finalmente nos decidimos por éste por una cuestión de logística. Nuestros dos centros de suministro eran puerto y aeropuerto y la conexión con esos dos puntos era muy importante. El edificio actual lo inauguramos en 1977”.
“Cuando se creó ASIMA yo estaba en el colegio. Siempre aprecié, en una comunidad donde ha habido iniciativas individuales de mucho calado y valor, aunque somos muy poco dados a la actividad colectiva, ese componente de generosidad que tuvo la creación de ASIMA. Gente que dedicó horas de su vida a desarrollar un proyecto que fue bueno para la ciudad, que ayudó a descongestionarla, a oxigenarla. También fue muy importante, aunque no lo viví personalmente, la trascendencia que tuvo el Instituto Balear de Estudios de Dirección Empresarial (IBEDE)”.
En esa nueva sede ubicada en ASIMA instalaron el que fue el primer cash and carry de papelería y librería de Europa. “Me recorrí toda Europa para coger ideas y este servicio no existía ni en papelería, ni en librería, así que decidimos montarlo y esto nos ayudó mucho. Incorporamos la informatización, además de en nuestra actividad mayorista, en los puntos de venta detallistas, lo que significó un gran avance al poder disponer de las datos de venta on-line”.
El espíritu inquieto de Vicente Rotger ha propiciado que la empresa haya estado en constante evolución, “esto ha ido cambiando y más que tendrá que cambiar. Nunca he pensado en tirar la toalla, pero cuando me he sentido más condicionado ha sido en esta última crisis porque a la económica se sumaba la crisis del producto que dio origen a nuestra empresa, la prensa escrita, lo que significó readecuar los recursos a las nuevas necesidades y potenciar otras líneas de negocio”.
Así pues, explica que “a las líneas de librería y papelería se han unido servicios de reparto de todas las suscripciones de publicaciones; otro de reparto urgente y servicios logísticos, TIPSA; participamos en una empresa de desarrollos informáticos y otra de asesoría empresarial, y recientemente hemos incorporado la actividad de otras dos empresas ligadas a la alimentación, Areba, orientada a visitantes extranjeros, y otra dedicada al mercado nacional, Snack Market, aparte de las participaciones del grupo en turismo, inmobiliaria y en el sector primario”.
Vicente Rotger afirma que su papel ahora como presidente de la empresa es asegurar el futuro de la misma y facilitar la transición hacia la cuarta generación, “una empresa familiar tiene grandes ventajas, la empresa es mucho más que una vía para ganar dinero, es parte de tu obra, y si lleva tu nombre, aún más. Esto quiere decir ser conservador financieramente, es por eso que las empresas familiares han aguantado mejor la crisis y han tenido una menor pérdida de puestos de trabajo. Se establece una relación con el trabajador que no es simplemente el intercambio de un elemento de producción. Soy un firme defensor de la empresa familiar, incorpora muchos valores que debemos mantener”.
En cuanto al papel que los empresarios deben tener en la sociedad considera que es necesaria “una mayor implicación en lo público. La sociedad civil tiene que defender los valores en los que cree y dar apoyo a los políticos para que vayan en esa dirección y exigirles si no lo hacen”.
Esta entrevista ha sido publicada en el libro Empresarios con Valor editado por Asima para realzar la figura del empresario.