Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno de Pedro Sánchez, gracias a los votos de Unidas Podemos y a su mentor, Pablo Iglesias, pese a que ya no forma parte de esta formación, anunciaba el pasado fin de semana su proyecto político con el que se presentará a las próximas elecciones generales. Era un hecho que se venía cociendo desde hacía meses y que tuvo su ‘tráiler’ durante la moción de censura, cuando el presidente del Gobierno cedió su tiempo a Díaz para que en el atril del Congreso de los Diputados tuviera su momento de gloria, finiquitando a Podemos y demostrando su adhesión inquebrantable a Sánchez.
De entrada, no tiene mucho sentido que montando otro partido al margen de la formación por la que se presentó en las últimas elecciones, siga ocupando el ministerio de Trabajo y la vicepresidencia del Gobierno. Es cierto que su cambio de partido no modifica la mayoría parlamentaria, pero hasta cierto punto podría considerarse un ejemplo más de transfuguismo político. Si ya no comulga con Podemos, lo coherente sería presentar su dimisión, dejar su puesto a alguien de la formación morada y centrarse en su nuevo proyecto político.
Lo que se espera de este nuevo partido o plataforma, Sumar, quedó retratado con el personal que asistió al acto de presentación que, todo sea dicha, contó con un auditorio reducido para tratarse de una ‘première’ a nivel nacional. Entre los presentes, Ada Colau, la peor alcaldesa de Barcelona, Iñigo Errejón, la eterna promesa de la izquierda, Mónica García, la misma que critica de otros lo que ella hace, el ministro invisible Alberto Garzón o Joan Ribó, de cuya gestión tampoco hablan especialmente maravillas en la ciudad de Valencia. Todos en su día se hicieron la foto Pablo Iglesias. Ahora se la hacen con la sucesora de éste, aunque sea en otra formación. En realidad, se trata de los mismos perros con distinto collar.
Sumar es el PCE de toda la vida reciclado, el que un día también lideró el carismático Julio Anguita, o el gris Cayo Lara y en los últimos años, el macho alfa Pablo Iglesias. Ahora le toca a una mujer dulcificar el mismo mensaje marxista caduco, en el que conceptos como nacionalización, intervencionismo, subsidio, pobreza, adoctrinamiento, uniformidad y subida de impuestos mezclan muy bien. Todo ello con el barniz del feminismo, porque Yolanda Diaz es la más feminista de todas y no admite tutelas de nadie, que para eso basta tirar de videoteca y encontrar momentos gloriosos suyos elogiando la figura del comandante Hugo Chávez, todo un icono de la lucha de los derechos de las mujeres a nivel internacional o del dictador cubano Fidel Castro, al que considera una de las figuras imprescindibles del siglo XX, alentando a seguir su ejemplo. Supongo que si esto lo dijera alguien de Franco, Mussolini o Hitler estaría absolutamente
El impacto de Sumar en el tablero político nacional tendrá sus primeras consecuencias en las elecciones del 28M, a las que la nueva formación de Yolanda Díaz no se presenta. Y tampoco parece probable que antes de la cita electoral autonómica y municipal se firme ningún tipo de armisticio entre Sumar y Podemos que disimule la ruptura de la izquierda más radical, entre otras cosas porque es lógico pensar que Díaz espere el batacazo de Podemos en las urnas para recoger las cenizas y negociar desde una posición todavía más dominante. Pero esta circunstancia puede ser la estocada final a las opciones del PSOE de retener algunas comunidades y ciudades importantes. Es el caso de las Illes Balears, donde el PSIB de Armengol necesito que sus socios no se desinflen demasiado para tener alguna opción de alcanzar la mágica cifra de los 30 diputados que garantizan la mayoría en el Parlament autonómico. La lucha de gatas entre Yolanda Díaz y el dúo Belarra-Montero (bajo la tutela de Pablo Iglesias) puede llevar por el sumidero de la desmovilización muchos votos de la izquierda que, si el PSIB o Més son incapaces de activar, servirá en bandeja la victoria al centro-derecha. En este caso, la suma le saldría a PP y VOX.
