Noticia de portada esta semana: “Baleares recibe 1,6 millones de turistas extranjeros hasta abril”. Si estos 1,6 millones de turistas hubieran pagado como mínimo 5 euros por cada día de estancia en nuestras Islas, o un porcentaje mayor tomando como base para el cálculo el precio que pagan por su estancia en las Islas (sea cuál sea el tipo de alojamiento o actividad elegida), nuestra oferta de transporte público sería una de las mejores de Europa; nuestra infraestructura viaria se parecería a la del País Vasco e incluso, me atrevería a decir, se podría invertir en otras áreas especialmente sensibles y deficitarias como son la sanidad, educación y servicios sociales.
Me pregunto porque razón, para alojarse en Bruselas 7 días, en un hotel de 4 estrellas, se pagan 56 euros; en Roma 42 euros; en Milán 28 euros, en las Islas Maldivas un 3,5 % aplicado a distintas prestaciones de servicios (no sólo la hotelera) y en las Islas Baleares 14 euros por semana de estancia. ¿Que tienen esos destinos de lo que carezcamos nosotros que pueda justificar que nuestras tasas sean mucho más baratas?
Entorno al tema de la tasa turística circulan dos falacias que es necesario desmentir: en primer lugar, no es cierto que si incrementamos la tasa turística van a viajar menos turistas a las Islas Baleares. En segundo lugar, no es cierto que todo lo que se recauda por este concepto deba ser invertido en los actuales proyectos presupuestados, sin posibilidad de aplicar lo recaudado a otras áreas que no sean Turismo y Medio Ambiente.
Seré sincera: si algún turista no quiere venir a estas Islas porque tiene que pagar 35 euros de tasa por una semana de estancia, nos conviene más que no venga y opte por otros destinos. Los partidos “del pacte” insisten constantemente en la necesidad de regular la entrada de turistas para evitar las aglomeraciones que vivimos últimamente, que mejor manera pues que la de seleccionar a nuestros visitantes en función, no de su capacidad económica (porque estoy convencida que familias humildes pagan y pagarían encantadas esa tasa turística para venir a Mallorca), sino más bien para evitar ese perfil de turista que en realidad, consume más recursos de los que aporta.
Por otro lado, vengo insistiendo en algunos de mis artículos en la idea de que es un error invertir absolutamente todo lo recaudado con la tasa en algunos proyectos que tan sólo generan más necesidad de inversión de forma artificial. Me explico: si con la tasa mejoramos el estado de la Serra de Tramuntana invertimos en nuestro futuro y en turismo (¿que parte de la ecotasa se ha destinado a este fin los dos últimos años?, pero si con la tasa turística convertimos un torrente seco en un jardín botánico estamos creando una necesidad nueva y totalmente inútil
Los turistas que nos visitan colapsan nuestras carreteras, por eso invertir en transporte público o en mejoras y mantenimiento de infraestructuras viarias, también es invertir en turismo. Los turistas utilizan nuestros centros hospitalarios, por eso invertir parte de la tasa turística en sanidad es una inversión en turismo. Los servicios turísticos de las Islas necesitan profesionales formados bajo el paraguas de la excelencia, por eso hay que invertir en educación.
Aumentando el precio de la tasa turística podríamos garantizar las inversiones en protección medioambiental de nuestras Islas (este debe ser un objetivo prioritario) y además invertir en otras áreas damnificadas por un turismo de masas con un crecimiento exponencial.
Sería interesante saber como piensan controlar quienes nos gobiernan, las consecuencias derivadas de la avalancha de turistas que se incrementa año tras año. Quizás, como ya han anunciado, incrementando los impuestos de los residentes, porque eso sí resulta fácil y efectivo a corto plazo. Lo otro, es decir, sentarse para meditar de una vez por todas que clase de turismo es el que queremos en estas Islas; meditar para darse cuenta de que podemos ser exigentes porque tenemos uno de los mejores destinos del mundo; para darse cuenta en fin de que no podemos conformarnos con cualquier cosa.
