En el transcurso de estos 22 años de ejercicio de la abogacía, y en el ámbito penal, a veces he actuado en calidad de abogado defensor, y otras en calidad de acusación particular, o simplemente como abogado del denunciante o querellante, cuando el asunto en cuestión no ha llegado más allá.
Puedo asegurar que, sin en alguna de esas ocasiones en las que he presentado una denuncia o un escrito de acusación, el Fiscal ha decidido sobreseer o solicitar la absolución, me he limitado a presentar o no recurso, en el momento procesal oportuno, y si existían argumentos jurídicos suficientes que justificaran tal decisión.
Ignoraba que el camino más corto, por el contrario, era una llamada a Torres Dulce para que él, de forma “objetiva, imparcial, y estrictamente procesalista”, intentara convencer al Fiscal díscolo para que de una vez por todas me diera la razón a mí. Si en este teclado tuviera emoticonos ahora incluiría una carita de absoluto asombro y perplejidad.
Ignoraba también que después de conseguir mi objetivo, mi obligación era efectuar unas manifestaciones en el sentido de abanderar la separación de poderes y decir que “el Ejecutivo nada tiene que ver con esto”. Otra carita de perplejidad.
En este estado de cosas no es de extrañar que el PP esté perdiendo, día a día, votantes y potenciales votantes. Y de que el peligro de que un PSOE mediocre a todas luces, desesperado por pactar con quien sea, a costa de lo que sea, se cierna sobre nosotros de nuevo.
Las esperanzas no mejoran demasiado si miramos un poco más allá. De PODEMOS me gusta, ya lo escribí, la inteligencia de sus líderes y su discurso real, pero me da pánico que no sean capaces de incluir gestores (profesores, médicos, empresarios y profesionales liberales), con experiencia demostrada, en sus listas electorales.
Por eso lamento que el PP sea incapaz de corregir. Tendrá que hacerlo de cara a los próximos años para recuperar la mayoría.
De momento, sentiré vergüenza si el Fiscal General decide abrir causa penal contra A.MAS. Vergüenza de vivir en un País dónde las libertades comienzan a ser vapuleadas de una forma virulenta y dónde existe el peligro de que, como en un castillo de naipes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, caigan arrastrándonos a todos





