Recordaran ustedes que esta prenda ha pasado de ser algo que utilizaban los orientales en su país a imprescindible en el nuestro.
Aunque más que necesaria hoy por hoy es simplemente obligatoria en ciertos espacios establecido así por el gobierno de turno, de lo contrario tengo claro que la mayoría prescindiría de llevarla, yo entre ellos.
Yo no soy científica ni experta en pandemias por lo que me he limitado a cumplir con lo exigido por las autoridades, aunque en muchas ocasiones no haya entendido y mucho menos compartido algunas decisiones. Sin embargo, no pongo en duda que en la cúspide de la pandemia la mascarilla haya ayudado a rebajar la transmisión del virus, pero llegados este punto tengo mis dudas que sea útil, es más, viendo en las condiciones que se utiliza el dichoso tapabocas tal vez es incluso perjudicial.
Vemos muchas mascarillas a diario y permítanme que les diga que no me extrañaría que haya personas que desarrollaran otras infecciones derivadas del mal uso de la mascarilla.
Si se detienen a observar a su alrededor se encontrarán quien lleva la primera mascarilla quirúrgica que consiguió allá por el mes de abril del año pasado y no me sorprende, no hay que olvidar que muchas familias no tenían ni para comer como para cambiar la mascarilla cada cuatro horas y al precio de entonces. Alguna de estas piezas acumula mas pelusa del uso que la parte trasera de un sofá en un piso de estudiantes.
También están aquellos que utilizan la mascarilla de tela que le hizo la vecina del cuarto durante el confinamiento con un retal del vestido de novia de su nieta que por supuesto no filtra absolutamente nada, sin mencionar que el elástico le estira las orejas de tal forma que el único arreglo para esos apéndices será pasar por quirófano.
Cuantos habéis visto que la llevan colgada del codo recogiendo sudor, por qué en Mallorca a treinta y cinco grados a la sobra con ochenta por ciento de humedad en pleno verano, muy seca no está y muy limpia tampoco. Otros la lucen colgada en la barbilla recogiendo babas incluso mientras comen, lo veo a diario, hay que decir que es una buena manera de no mancharse la ropa!
uién de ustedes no ha cogido el coche y utilizado la mascarilla del salpicadero, la que se encuentra frente al volante. A saber, si es la suya, de su mujer, de su hija o del novio de esta, en ese momento no importa a usted le hace falta y que mas da por cuantas bocas haya pasado, usted necesita comprar el pan y no puede entrar sin mascarilla.
¿Me quieren hacer creer que visto lo visto sigue siendo útil e imprescindible? A estas alturas ya nadie habla del hecho que se debería utilizar una nueva cada cuatro horas, será que la tela ha ganado resistencia con los meses o que nos da igual. Ya nos hemos olvidado de mantener distancia, nos damos todos los besos y abrazos aplazados y según nos cuentan ya hemos alcanzado la inmunidad del rebaño, entonces que sentido tiene mantener la telita tapando la boca. Pero juzguen ustedes mismos que esto es tan sólo mi humilde opinión.
