Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?

Maheta Molango ha venido para quedarse, igual que lo hicieron Miguel Angel Nadal, Iván Campo y Utz Claassen. Uno más a chupar de la piragua. El nuevo consejero delegado reunió el lunes a las nueve de la mañana a TODOS los empleados y empleadas del club, ignoro si también a las señoras de la limpieza, para hacerles su crónica del partido del domingo. Créanlo, no es broma. “El equipo por fin no me ha aburrido, me ha motivado, ha merecido ganar y he visto soldados”. Un discurso coherente con el posterior e inmediato cese del entrenador. ¡Menos mal que le gustó!. Bueno, también trató de justificar ante los trabajadores su impresentable actitud en el palco: “yo soy así”. Perfecto, pero nos agradaría que no pusiera al club, por mucho que su jefe lo haya comprado, a la altura de su mala educación. En todo caso, que siga expresándose así pero en la grada.
Vaya por delante que no conozco al nuevo consejero delegado del Mallorca. Tampoco me hace falta. Llevo muchos meses advirtiendo de lo que iba a ocurrir y varias semanas avisando de que sus primeras actuaciones no me convencen en absoluto y a las pruebas me remito. Ya no es que haya aguantado a Gálvez, “es mi entrenador” dijo, desoyendo el ultimátum de tres partidos decretado, nunca mejor dicho, por el presidente, sino que ahora se va a negociar con Fernando Vázquez que, sin entrar en otra clase de valoraciones, no superó el casting organizado por el alemán y su director deportivo, el manacorí, el pasado verano. No es que no acierten a la primera, es que llevan cinco técnicos en menos de dos años.
Ahora, cuando algunos han descubierto que en lugar de ases en la manga se prolonga el juego de farol, empezamos a leer y escuchar tímidas críticas. Ahora que el equipo no sale del descenso y ha terminado la primera vuelta a catorce puntos del play-off y diecinueve del ascenso. Ahora, que de los veinte millones prometidos no se ve ni medio sobre el terreno de juego. Ahora, una vez que comprobamos que la grada detrás de la portería no sirve para ganar partidos. Ahora que el hombre fuerte que ha dejado Robert Sarver al frente del negocio, se abraza a los jugadores antes de salir al campo como si fuera Héctor Cúper (solamente le faltó el manotazo en el pecho). Ahora, en definitiva, que el mallorquinismo se avergüenza, o debería, por haber escuchado cantos de sirena amplificados por los altavoces de la inconsecuencia e irresponsabilidad.
¿I tu pujes?. No. Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?.
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