Quiero a Més, para que deje de ser más de lo mismo.
Es una amalgama interesante que podría defender un brillante y esperanzador programa. Pero deben sacudirse el provincianismo que les caracteriza y la estrechez de miras con que miran al conjunto de ciudadanos.
Cuentan con mentes abiertas y preparadas entre ellos, y a éstas invocamos, desde la incredulidad y el anhelo.
Ha llegado su hora. Ésa que marca de verdad una nueva etapa, en su caso empieza por ofrecer un programa que nos pueda interesar a todos, porqué a todos han de querernos.
Son muchos los votantes que andan acongojados esperando las próximas elecciones: no hay alternativa.
Miedo y poca vergüenza caracteriza a ésta, nuestra oposición.
Todos a sus escaños, pero nadie cumple con sus deberes. Defienden sillón y sueldo.
Desde Més saben de longevidad en el asiento. Muchos nombres propios llevan pegados a un sueldo público mucho tiempo. Demasiado tiempo. Eso escama, cuando menos. Son políticos de catadura hermética y clasista. Si no cantas La Balanguera de corrido, ya no eres de los suyos.
Tampoco me inspira confianza la resurrección de la viejas glorias. El olor a naftalina no puede salir del armario. Debe quedarse en él. No es apuesta por el futuro.
Si Barceló encabeza esta iniciativa, este nuevo proyecto y esa ilusión para muchos, incluso para los que no son de los suyos, conviene que saque la ropa de trabajo. Desde Mallorca y para el bien de ésta, sitúela en el mapa mundial. Los mallorquines somos más que una senalleta. Los hay incluso con corbata. Mallorquines también.
Biel Barceló debe dejar de vestirse con las camisetas de los otros, para hacerlo, ahora que está obligado, tanto cómo si fuera su última oportunidad, con su propio uniforme. Le debe mucho a la sociedad mallorquina. Buena parte de ella se lo ha dado casi todo a él.
Hágalo bien Sr. Barceló, porqué fuera de las instituciones públicas, está jodido el curro. Aquí no vale disfrazarse.




