1 cada 3 minutos
domingo 21 de diciembre de 2014, 18:55h
En España se abandona 1 animal cada 3 minutos lo cual es una auténtica salvajada. No sólo por la crueldad que supone, sino por los elevadísimos costes que esos abandonos suponen para la administración que, cuantos más animales hay deambulando sin dueño ni hogar, más presupuesto debe destinar para perreras y demás. Presupuesto que, casi siempre, es insuficiente.
En Mallorca las cifras son aún peores. Se abandonan 45 animales cada día según los últimos datos ofrecidos por la Plataforma de asociación de defensa de los animales, más conocida como Baldea.
En el mejor de los casos, algunos, tras ir de refugio en refugio, vuelven a encontrar un hogar. El resto mueren de hambre, sed, frío, calor o bien atropellados en la carretera. Por no hablar de aquellos que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino con un maltratador y, en estos casos, mejor no les cuento como acaba el pobre animal y sino que se lo digan al perro que hace unos días murió desangrado al explotarle un petardo en el ano. Unos malnacidos, niños haciendo ‘gamberradas’, fueron los autores de la salvajada. Mejor me muerdo la lengua y no les digo lo que les haría yo a esos niños que, según un estudio de la Fundación Altarriba, tienen muchos números de ser maltratadores de género una vez sean adultos.
En fin, estoy segura de que a más de uno este ejemplo y las cifras que lo acompañan no les afectarán en absoluto. Triste, desde mi punto de vista, pero una realidad como un templo. Sin embargo, tanto si a usted, querido lector, le gustan los animales como si no, nada justifica que se les maltrate o abandone.
Como dijo Ghandi, “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que ellos tratan a sus animales”. Así que si esto es así, los españoles, y los mallorquines muy concretamente, vamos apañados.
Señores, no es una cuestión de que nos gusten o no nos gusten los animales. No me cansaré de repetirlo y me da exactamente igual que me llamen pesada. Es una cuestión de ser civilizados, de no disfrutar con el dolor ajeno y de respetar la vida de todas las especies: la humana y la animal.
No crean que estoy pidiendo a gritos que ahora, de repente, a todo el mundo le gusten los animales y nos pongamos a adoptar como locos. No. Ni mucho menos. Lo único que hago es un llamamiento a la responsabilidad pidiendo que sólo tengan animales aquellas personas que sean conscientes de lo que supone tener un perro o un gato en casa. Que lo que empieza como un capricho de nuestra hija pequeña en Navidad porque el cachorrito es muy mono, no acabe en un abandono en verano cuando el perro, que ya ha crecido, es un estorbo.
En esta época del año es muy frecuente dejarnos llevar por la publicidad y caer en la tentación de regalar un perro o un gato a alguien que, seguramente, no podrá o no querrá dedicarse como toca a ese nuevo miembro de la familia. Insisto, seamos responsables porque al final, quien paga el pato de nuestra irresponsabilidad, es el pobre animal que se queda encerrado todo el día en un balcón, no es alimentado como toca y no tiene un cuidado higiénico y veterinario adecuado.
Tengamos en cuenta, además, que esos 45 animales abandonados cada día, en muchísimos casos, provocan accidentes de tráfico con consecuencias fatales para las personas que van en el coche que se cruza en su camino. Así que si no lo hacen por el perro abandonado que deambula hambriento, y normalmente desorientado, por el arcén y que también sufrirá un fatídico (y agónico en casi todos los casos) final, háganlo por evitarle al resto de la sociedad un accidente de tráfico.