Ante la ola de contagios de coronavirus que se propaga por China -y para frenar la expansión fuera del país asiático-, el director regional para Europa de la OMS, Hans Henri Kluge, ha recomendado a los ciudadanos europeos que recuperen el uso de las mascarillas en interiores. La recomendación de la OMS no se sustenta tanto en el riego real de que el virus chino se extienda sobre Europa como en las dudas que expresa el alto organismo sobre la falta de datos epidemiológicos que ofrecen las autoridades chinas y las posibilidades de nuevas mutaciones provocadas por un alto número de contagiados.
Aún así, la OMS recurre a la recomendación de la mascarilla ante el temor de un giro de los acontecimientos, cuando la gestión de la Covid en los países con altos indices de vacunación no supone ahora los problemas y tensiones sanitarias que se vivieron en los momentos más duros de la pandemia. La opinión de la OMS sobre la necesidad de rescatar medidas de precaución ya superadas es difícil de asumir por parte de los cidadanos.
Desde el segundo trimestre del año pasado, la mascarilla en interiores ya dejó de ser obligatoria en España. Una vuelta atrás no se jutificaría ahora ni por el índice de contagios que aún se producen ni por el impacto de la enfermedad en el sistema sanitario. La OMS -cuya autoridad sanitaria mundial ha sido cuestionada en numerosas ocasiones- se apresura, sin embargo, a recomendar la medida más fácil, sin pararse a valorar el efecto que ello podría tener en una población agotada tras las restricciones sufridas desde el 2020.
No hay que atemorizar a los ciudadanos, aunque sí sean recomendables otras medidas de higiene y prevención -ya asumidas por todos- o, sobre todo, incidir más en la necesidad de aumentar el nivel de vacunación. En España, el 87,2 por ciento de los ciudadanos tiene inoculada, al menos, una dosis contra la Covid y un 85,9 por ciento ha recibido la segunda dosis. Son datos que muestran una alta penetración de la vacuna en la sociedad española, aunque el porcentaje de protección baja al 55,7 cuando se trata de la tercera dosis de refuerzo. Por tanto, el margen de mejora es muy amplio; y es ahí donde habría que avanzar antes de lanzar recomendaciones como la hecha por la OMS.
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