Parece que no todo lo derivado del turismo es positivo. La evolución positiva en el número de visitantes foráneos va directamente relacionada con el abandono escolar que experimentan los jóvenes baleares. Un 37% de nuestros chicos y un 26% de ellas abandonan los estudios antes de acabar la educación secundaria post obligatoria. Ambos porcentajes lideran un vergonzoso ranking estatal cuya última y envidiable posición es ocupada por el País Vasco con solo un 9% de abandono escolar. Una gran distancia separa a ambas Comunidades Autónomas. Tras esos porcentajes se esconden muchos jóvenes que pasan a ser mano de obra poco cualificada. A veces, de por vida.
Además, un reciente informe de la OCDE muestra que el año pasado en España había un 22,8% de “ni-nis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan, solo superados por Turquía, Italia y Grecia. Cuando dejan de trabajar en un empleo temporal, los jóvenes no encuentran aliciente a volver a estudiar.
¿Por qué abandonan nuestros jóvenes los estudios?
El dinero fácil en época de gran demanda de puestos de trabajo es muy tentador. Pero el problema va más allá. Yo mismo trabajé, todas y cada una de las temporadas durante mi época de universidad. Mi esfuerzo me costó y mis calificaciones de junio y septiembre se vieron afectadas a la baja. Era el precio que tenía que pagar. Las horas de dedicación había que compartirlas con la realización del trabajo estival. Pero al final de temporada, volvía a los estudios. No dudé ninguno de los cinco veranos. No abandoné mi formación universitaria.
La tentación de llenarse los bolsillos de manera fácil, inevitablemente conlleva a realizar un análisis cortoplacista y a elegir entre la disyuntiva de trabajar y ganar dinero o volver a unos estudios que no son obligatorios y con pocos alicientes. Aquí radica, a mi entender, el problema. En la falta de incentivos que ofrece la educación tal y como está planteada para retener a los jóvenes y estimularles a volver tras su periplo estival. No es problema del turismo o de la facilidad de encontrar trabajo de temporada. Los jóvenes abandonan por varios motivos como, por ejemplo, sentir que pierden el tiempo, por aburrimiento y desánimo o por malos resultados y la consecuente necesidad de demostrar que se puede triunfar en el mundo laboral. Sin embargo, si la formación fuera estimulante y efectiva, a buen seguro el porcentaje de abandono escolar se reduciría. Y ahí tienen mucho que decir la dirección del centro al establecer los planes de estudio, los profesores al potenciar el interés de los alumnos y las autoridades para facilitar el cambio.
La educación reglada debe cambiar y ser acorde a la vida del siglo XXI y al perfil de los jóvenes nacidos en la época digital. Actualmente, la disposición del aula es la misma que hace 80 años. Como nos muestran los largometrajes ambientados en los años posteriores a la guerra civil española, los alumnos se muestran sentados en filas, viendo el cogote de los de delante durante todo el curso, atentos a las explicaciones del profesor.
Hay que modificar los contenidos para afrontar las exigencias de las profesiones del futuro. Según los expertos reunidos recientemente en Davos, los jóvenes sufrirán en cinco años una tormenta perfecta. El desarrollo de la inteligencia artificial, la nanotecnología y la biotecnología, junto al avance del teletrabajo provocarán la destrucción de algunas profesiones y la aparición de otras. Evidentemente, el fin de la enseñanza no solo es preparar a los alumnos en la búsqueda de trabajo. Hay una parte importante de enriquecimiento y desarrollo personal pero también hay que tener en cuenta el primer aspecto.
También debe cambiar la metodología empleada. Como dice mi amigo Joan Carles Carbonell, gran conocedor del tema y formador de formadores, el profesor debe pasar a tener un rol de dinamizador, facilitador del aprendizaje y debe acompañar al alumno en todo momento durante el proceso formativo. Los profesores deben aprender a enseñar en este nuevo entorno. En Balears empiezan a implantarse nuevas metodologías que ya funcionan en otras Comunidades Autónomas: la metodología por proyectos, el aprendizaje por ambientes o la pedagogía holística. Aunque la normativa básica (la LOMCE, en la actualidad) se elabora a nivel estatal, es competencia de las autonomías la ejecución de la enseñanza en toda su extensión, niveles y grados, modalidades y especialidades.
Otro aspecto importante es que, según los expertos, la educación actual se basa en aspectos cognitivos olvidándose totalmente del aspecto emocional del alumno. Hay que enseñar a los niños, desde pequeños, a gestionar sus emociones y saberlas expresar. La alexitimia es la incapacidad de identificar y expresar emociones y puede desembocar en una depresión. Una mala gestión de las emociones no permite tomar decisiones correctas porque, además de la razón, decidimos mediante las emociones.
En definitiva, la educación debe transformarse y adaptarse a las necesidades reales de los jóvenes quienes, aunque decidan mejorar su economía tras pasar unos meses haciendo de camarero, dependiente o socorrista, decidan volver a las aulas a completar su educación superior.
Para ello, sugiero algunos nudges, a modo de lo que expliqué en mi artículo de la semana pasada (sobre “la mosca del urinario”). Recordemos que son pequeñas acciones capaces de provocar cambios importantes en los hábitos de las personas, en este caso, de los jóvenes. El objetivo perseguido es hacerles más atractiva la educación.
Como hacía mi profesor de literatura, Toni Figueras, adelantado a su época, un pequeño gesto es colocar los pupitres en círculo dando la espalda a la pared, aprovechando el perímetro del aula, de manera que todos nos viéramos las caras y se fomentara la comunicación y el debate. Lamentablemente, al acabar su clase había que recolocarlos tal como estaban en la posición inicial, volviendo a divisar la nuca del compañero de delante.
Otra pequeña acción que puede generar un gran resultado es sustituir la clase magistral unidireccional (del profesor hacia el alumno) por el visionado de vídeos o tutoriales relacionados con la materia a explicar que se encuentran colgados en Youtube. Las conclusiones extraídas por cada uno serán comentadas y debatidas bajo la dirección del docente, dando lugar a una clase interactiva y bidireccional. En casa, los jóvenes han sustituido la televisión por los dispositivos móviles. Antes de que acudan a contenidos vacuos, mejor que lo hagan siguiendo la recomendación del profesor. Otra pequeña acción motivadora debería ser la introducción del juego en clase. Sí, la enseñanza se hará atractiva si se aprende jugando o se juega aprendiendo.
Existen juegos en la red o en forma de aplicaciones móviles basados en matemáticas, lenguaje, agilidad mental, potenciación del recuerdo, etc. Los hay de todo tipo y en su mayoría, son gratuitos. Pero no solo hay juegos para los más pequeños. Para alumnos de secundaria también existen. De estrategia, de lógica para facilitar la resolución de problemas, de rol en los que te puedes convertir en un empresario y gestionar un club de tenis o un bar. También hay juegos que te enseñan a invertir en Bolsa con dinero ficticio.
También aconsejo mirar, tanto en clase como en casa, conferencias disponibles en Youtube. Recomiendo introducir las palabras “conferencias de”. La propia plataforma sugiere temas. Las hay de gran nivel y dadas por los mejores, cada uno en su ámbito. ¿Por qué no aprender de los mejores?
Y no hablemos de los idiomas. Por primera vez se puede aprender un idioma de manera gratuita. En Youtube hay material para aprender casi cualquier lengua extranjera.
Ya lo señaló hace un siglo el filósofo y pedagogo estadounidense, John Dewey: “Si enseñamos a los alumnos de hoy como lo hicimos con los de ayer, les robaremos el mañana”.





