El fenómeno del botellón (que no es otra cosa que beber en la vía pública y frecuentemente dejar las bolsas, botellas de cristal, vasos y todo lo utilizado en la calle) no acaba de desaparecer de la Playa de Palma. Ni la ordenanza cívica aprobada con gran polémica y críticas de la oposición municipal durante el mandato del alcalde Isern ha conseguido constituirse como una herramienta útil al servicio de la Policía Local para erradicar este problema, que ofrece una imagen penosa de la ciudad.
Como les viene informando mallorcadiario.com, las imágenes de jóvenes turistas bebiendo sentados en el muro que separa la playa del paseo, con sus cubos de plástico incluidos, se repiten día a día sin que haya forma de poner coto a este desmadre que a día de hoy es ilegal y está castigado por las ordenanzas municipales.
El nuevo equipo de gobierno en Cort, a través de la regidora de Seguridad Ciudadana, Angélica Pastor, ha manifestado que la Policía Local está desbordada, fundamentalmente en horario nocturno, que los efectivos son pocos y ha solicitado a la Delegación del Gobierno autorización para que 10 agentes puedan patrullar sin uniforme reglamentario, es decir de paisano. La cuestión es que las autoridades municipales deben ponerse manos a la obra y acabar con este desagradable espectáculo. Sea con la actual ordenanza cívica o con otra. No se puede seguir ni un día más así.
