Los académicos de la lengua española se reunieron ayer en Guadalajara, México, y acordaron que la I griega podrá llamarse como siempre o, si se prefiere, ye; decidieron que la palabra solo, cuando es adverbio, podrá ir con o sin acento según le plazca al autor, que podremos decir "be" y "uve" o, si queremos, "be alta" y "be baja", o corta y larga o mediana y pequeñita o como queramos. Los académicos, que tuvieron un día glorioso, adujeron que se trataba de acuerdos para que, "dentro de lo razonable, desaparezca la opcionalidad abierta por algunas normas (sic)". Por si usted cree que estaban borrachos, lean: la nueva ortografía es "breve, clara, didáctica" y, en palabras del presidente de la Academia de México, José Moreno, "es la primera ortografía hecha por todos y para todos. Es una nueva edición de la ortografía, nacida desde la unidad y para la unidad". Fantástico: la unidad consiste en que la letra que antes tenía un nombre, ahora tiene dos; los acentos que antes eran obligatorios, ahora son discrecionales, variables, dependiendo del humor del autor. Y eso es la unidad. Si es que parecen políticos.





