Adictos a la tecnología

Han transcurrido la friolera de 24 horas desde que mi teléfono móvil comenzó a lanzar señales inequívocas de estar prestando sus últimos servicios a su amo (con lo que nos cuestan, como para no aprovechar la ocasión de demostrar quién está al mando sobre estas maquinitas que tanto hacen por nosotros…o por las que todos nosotros hacemos tanto) Apenas unas horas y ya me he quedado con acceso muy limitado a las redes sociales y sin posibilidad de comunicación en la aplicación de mensajería por excelencia en nuestro país. Solo los que han pasado por algo similar podrán entenderme.

Esta mañana, al despertar, parecía haber dormido en otro planeta, pues era consciente de que no iba a encontrar ningún mensaje pendiente, ningún aviso, ninguna nota…y me he sentido incomunicado. Eso sí, me ha quedado el consuelo de que la alarma ha funcionado. Mi compañero de fatigas, ese poderoso aliado que nos permite estar conectados con el resto del mundo en cualquier sitio y en cualquier momento, se ha batido en retirada. En cuanto he llegado al trabajo, he enviado diversos mensajes a través de correo electrónico advirtiendo a algunos de mis contactos sobre mi desesperada situación y señalando que, aunque no parezca posible, sigo ahí…que hay vida al margen de nuestros dispositivos electrónicos.

Tras esos duros primeros momentos, y según ha ido transcurriendo la mañana, esa situación de DEFCON1, que podía describirse gráficamente como la insoportable sensación de sentirse teletransportado a una de las llanuras del planeta Marte, se ha tornado en tranquilidad, y ha dado paso a un sosegado atardecer que me ha permitido desconectar de esas cosas que no son tan importantes y que, en muchas ocasiones, nos distraen de todo aquello que de verdad merece la pena. Pero he constatado algo por todos ya sabido. Es innegable que nos hemos convertido en auténticos adictos a la tecnología. ¡Cuántas veces nos hemos reído pensando lo bien que vivíamos hace no tanto tiempo, sin móviles, con esos teléfonos heraldo o góndola que todos hemos manoseado! Y sin embargo…luego venimos a concluir que estamos mucho mejor ahora que todo lo tenemos en la palma de la mano, que podemos comunicar y hablar con cualquiera, incluso con esas personas a las que habíamos perdido la pista y con las que, de otro modo, jamás hubiéramos vuelto a tener contacto.

Y es que, en definitiva, se trata del problema de siempre. ¡Cómo nos cuesta encontrar el siempre deseado punto medio de las cosas y qué difícil es descubrir la verdadera finalidad de todo aquello que nos rodea! Efectivamente, no debemos olvidar que la tecnología es solo una herramienta, una maravillosa herramienta pensada para mejorar nuestras vidas, para hacernos las cosas fáciles y no para complicárnoslas. Es maravilloso contar con instrumentos que nos permiten comunicar para solucionar problemas, para transmitir datos, ideas y sentimientos con solo apretar un botón; es mágico poder colgar una fotografía o un mensaje y que todo el mundo pueda llegar a tener acceso al mismo. De hecho, cuántas grandes y maravillosas iniciativas se llevan a cabo cada día utilizando las redes sociales o transmitiéndose por estos canales que han venido a democratizar la comunicación.

No obstante, tampoco podemos negar que la tecnología tiene su reverso tenebroso, su lado oscuro. Como todo, debemos aprender a usarla, usarla bien y no abusar, porque de otro modo, y como bien señalaba ya Albert Einstein, “¿Por qué esta magnifica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil nos aporta tan poca felicidad? La respuesta es esta, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino” . Y en esas estamos. En lo que a mí respecta, sigo en modo ermitaño, si bien ya deshojando la “manzanita” o replanteándome un giro hacia oriente. ¿Quién sabe? Lo que si tengo cada vez más claro es que creo no poder esperar hasta los Magos de Oriente y me veo cayendo en las redes del Black Friday… y no quiero imaginarme el número de mensajes que me puedo encontrar al recuperar la aplicación mágica de cuyo nombre no sé si querré acordarme.

¡Ah! Una última reflexión. Si bien a estas alturas no podemos negar que la tecnología forma parte de nuestras vidas, ha transformado nuestros hábitos, nuestras rutinas y, en general, todo nuestro día a día, no olvidemos las palabras de un genio: “La tecnología no es nada. Lo importante es que tengas fe en la gente, que sean básicamente buenas e inteligentes, y si les das herramientas, harán cosas maravillosas con ellas” (Steve Jobs)

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias