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Adiós a la selectividad...

viernes 17 de junio de 2022, 04:00h

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…tal y como la conocemos hasta ahora; o, al menos, eso es lo que parece con la entrada en vigor de la nueva ley de educación. Los profesores que impartimos enseñanzas en el segundo curso del bachillerato estamos expectantes por conocer el contenido de la normativa que regula esta prueba de acceso a la universidad para analizar cuán distinto va a ser este examen.

Lo cierto es que, otro año más, y después de tres días en la universidad observando a los alumnos que se examinan y corrigiendo exámenes, te das cuenta de lo absurdos que puede llegar a ser los enunciados de las preguntas a las que son sometidos los preuniversitarios.

En ningún caso, la prueba de acceso a la universidad guarda relación con la filosofía del currículum actual. Los exámenes, independientemente de la asignatura que sea, no son nada competenciales. Únicamente están diseñados para que los alumnos expulsen del interior de sus cerebros una retahíla de información que, en el mejor de los casos, olvidarán transcurridas un par de semanas.

Y si esto supone el mejor de los casos, en el peor, los contenidos de los que son examinados no tienen nada que ver con lo que van a estudiar durante los años de su etapa universitaria.

Creo que estamos perdiendo de vista el objetivo real de lo que yo entiendo que debería ser una prueba de acceso a la universidad. Si de lo que se trata es de que a la universidad lleguen los mejores, y una de las funciones de ésta es la captación del talento humano, las pruebas no deberían sólo contemplar unos contenidos que livianamente podríamos traducir como de cultura general.

El salto en la mejora del diseño de estas pruebas está en lo cualitativo. En evaluar el saber hacer del alumno dirigido a la carrera que va a estudiar. En la sociedad actual en la que nos encontramos es muy importante que en todo lo que hagamos aportemos valor añadido. Ésta es la única manera que tenemos para mejorar y avanzar como sociedad.

Y esto no es un sueño o una utopía. Esto puede ser realidad si de una vez por todas nos quitamos el disfraz de sociedad mediocre y apostamos por la excelencia y el desarrollo del talento. Así, y solo así, podremos avanzar como sociedad.

Pero, mientras tanto, sólo me queda felicitar a todos los alumnos y alumnas que han superado el que puede llegar a ser el último examen de acceso a la universidad de la edad antigua.

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