Año de contrastes

El fin de año es un momento ideal para hacer balance. Valorar lo realizado, identificar los problemas del presente, sus oportunidades y las expectativas de futuro. La inercia del día a día y el aluvión de información, dificulta una visión con perspectiva, amplia y sin sesgos. De la misma manera que cualquier simplificación puede resultar errónea y lo más reciente se hace inevitablemente más prevalente.

En el “macro”, ni que decir tiene que el país ha aguantado con solvencia las estocadas de la crisis económica, social, laboral y territorial. El modelo de estado y unas acciones no siempre entendidas ni apreciadas han permitido salir de las dificultades y encarar el futuro con esperanza. Sin embargo, los retos pendientes son de tal magnitud que esta percepción queda atenuada por el camino pendiente por recorrer, lleno de obstáculos y zancadillas.

De hecho, la solidez de unos PGE basados sobre principios y asentados en el interés general, con cambio de gobierno incluido, han contribuido a fortalecer los espacios mas debilitados; el último, la ejecución en el Consejo de Ministros de ayer, según lo planificado en los acuerdos alcanzados por PP y Cs, de la mejora del poder adquisitivo de los pensionistas. Este hecho no nos debe hacer olvidar que el volumen global de los compromisos del estado obliga a la revisión del propio sistema de pensiones para no abocarlo a su inviabilidad. De la misma forma que hay que reforzar una economía que no ha dejado de crecer pero que muestra una tendencia clara, todavía evitable, hacia la recesión.

En el “meso”, a nivel autonómico, contrasta la magnitud de los recursos disponibles para actuaciones dirigidas a mejorar la vida de los ciudadanos de la comunidad y las pocas decisiones de calado que se han tomado. Objetivos como la financiación adicional a través del REB o la devolución de la deuda para sanear nuestras arcas, se han quedado en el cajón. Lógico, si se gobierna más pensando en las propias expectativas personales en las necesidades de los gobernados.

En el “micro”, el paro juvenil y la debilidad de las rentas relacionadas con el trabajo no permiten que las mejoras se consoliden a nivel de la calle. Por otro lado, resultaría interminable la lista de temas pendientes, urgentes e importantes, que hay que abordar con sentido de estado que no de partido.

De esta se sale, pero a nadie se le escapa que el futuro se presenta con grandes amenazas. El inconveniente; ni los intereses partidistas, ni el permanente escenario electoral, ni la debilidad de los poderes del estado, ni los nubarrones que vienen de la UE facilitan una toma de decisiones sensata a medio y largo plazo. La ventaja; en gran parte, las soluciones dependen de nosotros, de nuestra actitud y de nuestro esfuerzo, lejos de cantos de sirena. ¡No, no es poco! Feliz 2019

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