Todos los ciudadanos tenemos en Francesc Antich al Presidente de las Baleares. Y él es el presidente de todos. Incluso de los que no le gustan pero están dentro de la ley. Incluso de los que no le van, pero son parte de la diferencia que hay y debe haber en una sociedad plural. Los centros de educación concertados existen porque su partido, entre otros, los aprobó; porque el gobierno de su partido, entre otros, los ha mantenido y regulado y porque en un momento de la historia de España se acordó que fuera así, que tenía sentido. Evidentemente, supongo que ese acuerdo no gustó a todos, pero todos los que respetan las leyes están de acuerdo en cumplirlo. En Baleares, la anterior consellera ignoró la ley varias veces y los jueces la han ido poniendo en su sitio. Y ahora, Antich rechaza entrevistarse con estos centros educativos que representan más del 40 por ciento del sistema de Baleares y al que su gobierno financia. Desde luego, se entendería que no pueda acudir a una entrevista, pero tras varias evasivas, parece evidente que Antich no quiere verse con esta parte de la sociedad. No parece una decisión propia de un Presidente que respete el pluralismo, que acepte las leyes que su propio partido ha votado; no parece propia de quien defiende la igualdad y que ha luchado contra la discriminación; ni de quien comprende que hay otros que piensan diferente y que siguen teniendo en Antich a su presidente; ni de quien pregona que el diálogo es un instrumento de convivencia avanzado ni de quien ha hecho de la tolerancia su bandera.
