Los chicos del PSM empiezan a hacer campaña electoral desde sus puestos de trabajo en los centros de enseñanza. Como siempre. Como no han parado de hacer toda su vida. Simplemente porque el catalanismo y la militancia política son su religión: llegamos a un estado laico pero a ellos les da igual, ellos predican desde donde pueden, desde las aulas, desde los patios o desde los institutos. No se presentan a las elecciones, pero da lo mismo, ellos se autoatribuyen la legitimidad. No necesitan de nadie. Por eso, los centros de enseñanza -que deberían dedicarse a la enseñanza, como su nombre indica- están montando un circo contra el candidato del PP, José Ramón Bauzà. Bauzà, como el PSM, irá a las urnas y allí se verá qué apoyos tiene. Los profesores de la educación no van a las urnas pero así y todo se atreven a utilizar los centros de enseñanza como vehículos para sus plataformas. Tienen derecho, fuera de su puesto de trabajo, a defender sus posturas. Pero no, ellos usan a los chicos, como han hecho siempre. Porque es su religión. La que practican 24 horas al día. Pero, en un momento en que el ateismo está al alza, los chicos prefieren pecar, por eso casi todo el rato hablan en castellano, huyendo de la imposición. Para que los sumos sacerdotes del catalán lo entendieran, bastaría pensar en el placer con el que ellos hablaban en catalán cuando el franquismo los perseguía. Igual. Es lo que tenemos.
