Antich estuvo en Zaragoza, con sus conmilitones, y allí soltó una de sus tonterías habituales: que quiere acabar con la cultura del ladrillo. Su bobada, que parece haber sido concebida en las escaleras que suben al escenario donde pronunció su discurso, incluía la voluntad de reemplazar esta economía por una que sea “sostenible, sólida y compartida”. O sea que, tras cuatro años gobernando, ahora nuestro Presidente tiene que ir a Zaragoza a decirnos lo que piensa hacer: una economía sostenible, sólida (contraria a blanda, a fofa) y compartida (como si fuera una economía en cooperativa, donde uno entra y se coge lo que quiera, un concepto realmente tan innovador como desconocido). Pues bien: en no más de dos horas recibió una tunda de críticas en un digital de Palma que es para hacer desanimar a cualquier persona normal. Hace sólo dos años que esto no hubiera sucedido: habría habido alguna crítica, pero también se habría visto algún apoyo. Hoy, ya no hay a quien engañar con estas improvisaciones.
