La entrada peatonal al aparcamiento de la Plaça Comtat del Rosselló, junto al Mercado del Olivar, en pleno centro de la ciudad, fue objeto de una actuación por parte del Ayuntamiento de Palma. El pasado lunes tras una limpieza en profundidad por parte de operarios de Emaya, se colocó un cerramiento metálico para impedir el acceso libre al rincón techado donde se habían instalado desde hace meses una decena de personas sin hogar, junto a los ascensores del aparcamiento subterráneo.
No es un caso aislado. En marzo la entrada porticada de la sede de la empresa municipal Emaya, en la calle Joan Maragall, fue también acotada para impedir su uso como refugio improvisado. Se instaló una reja de acero por valor de 24.500 euros (IVA incluido) como cerramiento de toda la planta baja.

Más allá de las actuaciones institucionales, proliferan los llamados elementos defensivos colocados por particulares: ladrillos incrustados en suelos, maceteros gigantes, pinchos metálicos o estructuras inclinadas junto a portales y aparcamientos.
Lo que para muchos vecinos es una medida de protección frente a una situación incómoda, para otros es una forma de expulsión disfrazada de urbanismo. Se conoce como “arquitectura hostil” y se trata de la colocación de obstáculos diseñados expresamente para que las personas sin hogar no puedan tumbarse o protegerse en determinados lugares. No solucionan el problema, lo desplazan.
BARRERAS
El aparcamiento de Comtat del Rosselló llevaba tiempo siendo utilizado por personas sin hogar como refugio nocturno. La falta de iluminación, el espacio cubierto y el escaso tránsito a ciertas horas lo convertían en un sitio "seguro" frente a la intemperie. La colocación de barreras, sin embargo, responde a la presión de vecinos y comerciantes de la zona. “Había suciedad, mal olor, inseguridad. No es el sitio para que duerman personas”, justifica un trabajador de un restaurante cercano.

Desde Cort se asegura que la actuación busca “ordenar el uso de los espacios públicos” y “garantizar la convivencia”, sin ofrecer más detalles sobre alternativas reales para quienes se ven obligados a dormir en la calle.
SINHOGARISMO
Según datos ofrecidos por el alcalde de Palma, Jaime Martínez, este lunes, durante su intervención en el Debate de la Ciudad, se estima que hay unas 600 personas en situación de sinhogarismo en la ciudad.
A pesar de que existen albergues y centros temporales, las plazas son limitadas y muchas personas rechazan acudir por las condiciones que se imponen o por las normas restrictivas de acceso. No todo el mundo puede cumplir con requisitos como no tener adicciones activas, o aceptar separación por sexos que rompen parejas, entre otras normas. Además, muchos centros permanecen cerrados en horario diurno, por lo que los usuarios no tienen donde ir y prefieren buscar una alternativa en la calle.
RECHAZO
La exclusión física no es nueva, pero en Palma se está institucionalizando ante la conflictividad que los sintecho a menudo ocasionan. En portales del centro y en entradas de garajes de barrios como Camp Redó, Bons Aires o el Eixample, los vecinos colocan pequeños muros de ladrillo o estructuras incómodas para impedir que alguien se tumbe o se siente. El resultado es un entorno cada vez más hostil para quien no tiene hogar.
Las ciudades se convierten en campos minados para los más vulnerables, en quienes muy a menudo concurre otra problemática, como las adiciones o enfermedades mentales sin diagnosticar y sin tratar adecuadamente. Se actúa más contra los síntomas que contra las causas.
Sin embargo, no hacer nada ante la ocupación abusiva del espacio público, de forma más o menos permanente, por parte de grupos de personas, no es una opción; o al menos no lo es para el actual equipo de gobierno municipal del PP.
Al menos, los vecinos y comerciantes de Comtat del Rosselló apoyan la instalación de barreras, ante una situación que ya se había desbordado, con peleas e incidentes habituales por parte de los indigentes que tendrán que buscarse otro lugar donde dormir.
Un comentario
Me parece fenomenal la «arquitectura hostil» para que no se duerma en cartones ni se orinen en los portales de edificios públicos o privados, y lo digo con conocimiento de causa. Otra cosa es proporcionar albergue y cuidados a esas personas. En mi opinión, a quien no se reinserte, habría que hacerle reinsertar, pero mientras tengan paguita, tiendas 24 horas para los tetrabriks y los litros de cerveza y que las administraciones no se implican al 100% en resolver este problema, no se solucionará nada.