El Boletín Oficial de Baleares, del jueves pasado, publica la convocatoria de un concurso oposición para 93 plazas de trabajadores de Serveis Ferroviaris de Mallorca (SFM). La convocatoria había sido denunciada por anticipado por varias personas allegadas a SFM que afirman que se trata de la forma para colocar a los 'amigos' que el partido que gobierna esta área, el PSM, ha aplicado para resolver el futuro de gente allegada. El concurso tiene 70 puntos por oposición, es decir para todos los aspirantes por igual, y 30 puntos, normalmente decisivos, para la parte de concurso, que afecta a quienes ya están trabajando en la empresa y que acumulan puntos por cada año de antigüedad. Esas personas que ya están en la empresa, entraron de urgencia y sin seguir un procedimiento independiente y normalmente son cercanas a quien los colocó, primero provisionalmente y ahora les consolidará su situación. Dicho en otras palabras, estos tienen un 30 por ciento más posibilidades de ganar el concurso, lo cual les convierte en favoritos absolutos. La cuestión seguramente es legal, pero no deja de ser una fórmula habitual de enchufar gente, utilizada por PP, PSOE y UM en el pasado y a la que ahora recurre el PSM. Ahora bien, criticado esto, yo también querría recordar el componente antediluviano de todo esto, incluso en la forma: ¿cómo se puede pedir a un mecánico que sepa catalán, que conozca tal o cual artículo de la Constitución, para poder atender cuestiones como los motores de los trenes? Cuando todo el mundo está concentrado en dar agilidad y eficacia a los servicios, nosotros salimos con un concurso oposición propio de inicios del siglo pasado para vender billetes de tren, para ser mecánico, para atender lo que es una empresa ordinaria. Jamás vamos a avanzar, vamos a tener un servicio de calidad, jamás funcionará bien el tren o cualquier otro servicio si el mecanismo de reclutamiento es tan alejado de la realidad como vemos en SFM.





