Con la entrada en vigor de la nueva ley de educación, la LOMLOE se plantea una circunstancia sobre la que no tenemos un acuerdo común y de la que no todos los docentes de este país se encuentran preparados. Me estoy refiriendo a la organización del conocimiento.
Soy firme defensor del conocimiento en la escuela y de que ésta debe ir de cada vez más encaminada a un conocimiento holístico, globalizado, pero sin dejar de vista la manera en cómo hacerlo. Comparto con Emilio Lledó, filósofo y pedagogo, la idea de que la concepción asignaturesca de la escuela tal y como la hemos entendido hasta hoy debe ir abriendo paso a nuevas formas de tratar el conocimiento. En primer lugar, porque ese concepto ya es decimonónico y demodé. En segundo lugar, porque tendemos a utilizar metodologías más integradoras y globales. En tercer lugar porque la escuela es ese espacio de adaptación social. Para entender mejor esto último voy a utilizar un silogismo aristotélico muy sencillo. La sociedad opina que las iglesias están vacías porque esa institución no ha adaptado el mensaje a la sociedad. Para llenar las iglesias de gente hay que cambiar el mensaje. Pues bien, en la escuela pasaría algo similar.
Si nos detenemos en el análisis del segundo argumento observamos cómo ciertamente en la vida real el conocimiento no está fragmentado. Para comprar un billete de avión a través de un portal web todas tus competencias se ponen a trabajar de manera integrada para comprender lo que les, para aplicar los descuentos, para poder manejarte en ese entorno informático, etcétera.
Pero, ¿qué viene antes el huevo o la gallina? Evidentemente esto ocurre, pero para que yo realice bien la actividad de comprar el billete antes he tenido que adquirir unos conocimientos. Y estos, a día de hoy, se han adquirido a través de esas estructuras organizativas que se han llamado asignaturas. Pero esto no sólo ocurre en España. Todas las culturas del globo lo han hecho así a lo largo de la historia. Y ha funcionado. Sino mirémonos a nosotros y a nuestro entorno. No nos ha ido tan mal.
Por ello, ¿Está el sistema educativo preparado para eliminar las asignaturas? Las estadísticas de evaluación y titulación de alumnos que participan en programas de mejora del rendimiento académico donde no existen las asignaturas sino el tratamiento del currículo de forma integrada y globalizada demuestran que solo un pequeño porcentaje de alumnos consigue titular en la educación secundaria obligatoria.
Ahora la nueva ley orgánica de educación abre la puerta tanto en la educación primaria como en la secundaria medidas organizativas más holísticas. Quizás éstas podrían funcionar con alumnos con un alto nivel de consolidación de conocimientos básicos. Quizás lo que se tendrían que haber incorporado al sistema son nuevas asignaturas optativas que complementasen la consolidación de las competencias como sí tienen sistemas educativos como el británico o el estadounidense.
Y como cantaban los Panchos hace unas décadas cuando te pregunto cuándo, cómo y dónde siempre me respondes quizás, quizás, quizás…