La próxima semana comienza en Baleares la administración de las segundas dosis de la vacuna contra la Covid. Desde la Conselleria de Salut han expresado el temor de que muchos de los inyectados de una primera dosis con AstraZeneca renuncien ahora a recibir una segunda dosis de cualquiera de las que se plantean, ya sea de la misma AstraZeneca o de Pfizer, como recomienda el Ministerio de Sanidad.
Este temor es lógico a la vista de los vaivenes que se han producido en torno a esta vacuna y el desconocimiento general sobre el tema que existe entre la población -y entre no pocos responsables científicos-. Así, mientras la Agencia Europea del Medicamento y la OMS recomendaron repetir la administración de AstraZeneca, en España se ha preferido recomendar la inoculación de Pfizer como segunda dosis para todos aquellos que ya recibieron una primera de AstraZeneca. Cada país ha adoptado disposiciones diferentes que van desde prohibir la vacuna anglosueca a recomendar su segunda dosis.
En España, por decisión gubernamental, la opción final ha quedado en manos de los ciudadanos, por lo que es probable que -ante el desconcierto alimentado por las propias autoridades-, muchos opten por no ponerse la segunda dosis de AstraZeneca, tal y como teme la Conselleria. Mientras tanto, la salida al problema la están dando los propios ciudadanos, quienes -allí donde ya se están inoculando segundas dosis- están optando masivamente por recibir la segunda dosis de AstraZeneca, en contra de la recomendación realizada por el departamento de Carolina Darias, que dio luz verde a inyectar Pfizer a quienes ya habían recibido AstraZeneca, una vez que el Instituto Carlos III señaló que no añadía efectos secundarios graves. Nueve de cada diez ciudadanos contradicen lo que propugna el Ministerio, cuyas decisiones no parecen transmitir mucha confianza a la ciudadanía.
El lío descomunal organizado en toda Europa con AstraZeneca -el miércoles se inició el juicio por los presuntos incumplimientos de la farmacéutica- no debería perjudicar las campañas de vacunación que han empezado a imprimir un ritmo notable a la administración de sueros contra la Covid. Las diversas agencias del medicamento han validado todas las vacunas que se administran. Obviar este dato, alimentar la incertidumbre y dejar que los propios ciudadanos se responsabilicen de una decisión sanitaria no ayuda a generar la confianza necesaria para que millones de personas completen la pauta prescrita de dos dosis.
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