He oído que alguien ha calificado el partido como muy comprometido para el Mallorca. Yo opino que, dadas sus numerosas bajas tanto en defensa como en ataque, el compromiso lo tiene el Córdoba, forzado a efectuar cambios en todas sus líneas, alguno de ellos muy delicado. De hecho sólo tres puntos separan ambos cuadros, cuestión de una jornada que puede ser la inminente. Pero es que aunque tuviera toda la plantilla a su disposición, los de Oltra se han mostrado defectuosamente equilibrados con unos números no muy distintos entre los sumados en el Nuevo Arcángel y los conquistados en sus desplazamientos.
Los de Vázquez, por el contrario, ofrecen guarismos muy diferentes como locales que como visitantes. En casa solamente el Alcorcón, curiosamente penúltimo, ha encajado menos, pero fuera la zaga bermellona se muestra más vulnerable, como evidenció en Lugo y Tarragona. En las presentes circunstancias regresar de vacío representaría un sonoro y preocupante fracaso si tenemos en cuenta que el anfitrión saldrá a combatir con medio equipo de suplentes o titulares en posiciones desconocidas para ellos o poco habituales.
Si yo fuera Damiá empezaría a inquietarme. Ausente por segunda vez consecutiva de una convocatoria invita a repensar el futuro, considerando los antecedentes del entrenador. Esta vez le acompaña Oscar Díaz, sorprendentemente uno de los pocos futbolistas por los que Maheta Molango estuvo dispuesto a pagar traspaso en el pasado mes de enero, en perjuicio propio y beneficio del Numancia, que ingresó unos miles de euros y se deshizo de una pieza cuya baja no ha sido llorada en Los Pajaritos. Mala inversión la del prepotente abogado suizo.
