No es difícil que te odien y te quieran a la vez. Ocurre en casi todos los ámbitos: el deporte, al economía, la familia y en la política. Es normal que los amigos te aprecien y los enemigos te desprecien. Amor y odio son las dos caras de una misma moneda. Una circunstancia que se da en dos dirigentes políticos muy alejados, el uno del otro, en la distancia, pero muy cercanos en la forma de gobernar. Ángela Merkel es odiada por Europa y amada por Alemania. José Ramón Bauzá es odiado por la izquierda y amado por la derecha más a la derecha. A Merkel, los de su partido la CDU la odian en privado. A Bauzá, los del suyo, también. A ella por hacer lo que cree que es mejor para Europa. A él por hacer lo propio por España. Merkel lo tiene claro: si Europa se hunde, Alemania pagara la factura. Bauzá sabe que es España la que decide el futuro de Baleares. Merkel se ha cargado a todas las voces discordantes de su partido y lo ha intentado con sus socios del FDP. Bauzá hace lo mismo desde el primer día que se sentó en su despacho del Consolat de Mar. La teoría dice que un gobernante debe ser fiel a sus principios, defender a los suyos y no retroceder jamás. Con esa escuela de gobernantes, se han liderado partidos, naciones, guerras y holocaustos. Merkel ganará las elecciones del próximo domingo 22 de septiembre, en las que los alemanes elegirán a los miembros del Bundestag. Bauzá no valorará los resultados de las europeas de mayo del 2014 y esperará a las generales del 2015 para saber si su postura ha sido comprendida por sus conciudadanos. Siempre que decida volver a presentarse como candidato a la presidencia del Govern. Eso ya lo veremos, dijo un ciego. Y se cayó.





