En los últimos tiempos se suceden los incidentes a bordo de aviones, protagonizados por viajeros que embarcaron en estado de embriaguez, algo que no debiera estar permitido pues resulta sumamente molesto para el resto del pasaje, cuando no constituye un riesgo para la seguridad del vuelo. Desde el Sindicato Profesional de Policía se ha denunciado el caso acontecido a dos agentes en el Aeropuerto de Palma, que fueron agredidos por viajeros recién llegados a la isla en estado de embriaguez, bien porque hubieran consumido alcohol en el aeropuerto de destino, bien porque lo hubieran hecho durante el propio vuelo, o ambas opciones a la vez.
La reflexión que se sugiere desde el sindicato policial es muy interesante, pues se propone que no se venda alcohol en los aeropuertos y en ningún caso se permita el embarque en un vuelo de pasajeros que hayan consumido alcohol y estén bajo sus efectos, proponiendo que se instalen alcoholímetros en los aviones.
El turismo de borrachera que algunos visitantes persiguen en las Balears, se inicia ya desde antes de comenzar el traslado en avión, desde el aeropuerto de origen. Constatado este fenómeno, corresponde a las autoridades aeronáuticas y al personal de cada aerolínea no mirar hacia otro lado y actuar conforme a la normativa de navegación aérea impidiendo el embarque a los viajeros ebrios. La situación requiere contundencia y mano dura.





