La prensa publicaba este fin de semana cómo la EMT lucha contra el fraude que utilizan los usuarios, fundamentalmente empleando tarjetas de niños, que no pagan, por las propias. La EMT las retira, pero no puede multar. Es decir que intentar el fraude no tiene castigo, por lo tanto... Ustedes verán: esta noticia me provoca dos reflexiones. Por un lado, la ausencia de castigo al intento de fraude. Es lamentable que no hagamos nada y que quien engaña en algo tan pequeño se vaya sin sanción. Pero sobre todo me hace pensar que es muy difícil que lleguemos a tener una sociedad libre de picaresca y de delincuencia, es muy difícil que nuestra clase política sea trasparente y que nuestros empresarios lo declaren todo, si quienes sólo pueden ahorrarse 90 céntimos del bus también están dispuestos a pasar por el trance de la estafa. No quiero llegar a conclusiones generalizadoras, pero los hechos son los hechos.





