Carmena se desmelena

La propuesta de la alcaldesa de Madrid de establecer un día sin bañador, en algunas piscinas públicas de Madrid, ha puesto un punto de gracia en la canícula estival de la capital.

Lo ha hecho con una expresión barroca y pija, el 'Día del bañador opcional'. Una paradójica ocurrencia que obligará a crear una zona VIP especial para separar las zonas de baño. No creo que sea discutible el derecho de los que no se quieran bañar de forma impúdica, en un espacio público. En este sentido, es muy expresiva la locución del Rey Emérito, en el rancio billete de 5.000 pesetas, que decía algo así como “ los legítimos derechos de cada uno terminan donde empiezan los derechos de los demás”.

Prefiero analizar la ocurrencia como tal sin entrar a valorar su contenido; prefiero quedarme en la superficie y esbozar una sonrisa, que falta nos hace. Que cada uno lo interprete como quiera, pero original y graciosa sí es.

Las declaraciones de Carmena son de traca. Supera con creces el “relaxing cup of tea in Plaza Mayor” de Ana Botella, su antecesora en el cargo. Y se acerca a las afirmaciones del exalcalde de Londres y cabeza visible del 'Brexit', Boris Johnson, respetado por sus correligionarios, tanto por el ingenio que destilan sus discursos, como por sus sonoras meteduras de pata.

Carismática y magnética, la alcaldesa Carmena dejará su mandato teñido de perlas. Tantas, como su discutida labor al frente del gobierno municipal que es rivalizada hasta por sus socios. Pero no le quitemos lo que es suyo. Su lenguaje abierto y atrevido es un oasis de frescor entre tanto lenguaje políticamente correcto. Feliz verano.

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