Celler

Restaurante típico mallorquín. Los primeros cellers conocidos datan de la época del rey Jaume I y consistían en bodegas subterráneas utilizadas para la fermentación de la uva en vino y su maduración. En documentos fechados en el siglo XIV puede comprobarse cómo el rey, el obispo o la clase acomodada disponían de estas instalaciones para su uso particular. Con dos funciones diferenciadas: unos eran casas grandes que vendían vino a granel por exceso de producción, y otros, mucho más humildes, se limitaban a venderlo como un suplemento del salario que obtenía por su trabajo el dueño de una casa o pequeño propietario. Era habitual que los trabajadores, durante el descanso, acudiesen a beber un vaso de vino junto a la bota, llevando cada uno la comida de su casa. Conforme avanzaba el siglo XX, los pagesos que acudían a la Fira del Dijous Bo optaban por pasar la noche en estos cellers y no acudir a fondas y hostales. Paralelamente, el celler mejoraba la calidad de sus comidas, aunque seguían siendo sencillas, pasando de las sopas mallorquinas, las patatas cocidas o fritas con tomate y huevos y las aceitunas a platos más elaborados. Los jueves y sábados por la noche se servían escaldums, porcella rostida, frit de porc i xot, sopes bollides de matances, callos y pa amb oli i cuixot. En los últimos años se han recuperado platos como los bessons torrats, la coca de gató, los calamars farcits y el tumbet.

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