Hay políticos de nueva generación que piensan que por el hecho de tener una licenciatura o de haber hecho carrera dentro de su partido ya son aptos para dirigir algún área gubernativa. Pero se equivocan. Dentro de las habilidades que se precisan para ser un buen gobernante también se encuentra la de ser un buen gestor de equipo, y para eso se requiere un punto de inteligencia mayor.
Pondré un ejemplo, así, al azar. Hace un par de años el cuerpo de Policía Local de Palma recibió un fuerte socavón por ser objeto algunos de sus agentes de pesquisas judiciales. Con motivo o sin él, agentes municipales fueron encarcelados de forma preventiva. Se supone que estamos en un Estado Social y Democrático de Derecho en el que, entre otros, tenemos el Derecho a la presunción de inocencia, principio que, como no me canso de denunciar a través de estas columnas, no tiene una praxis social diaria.
Pues bien, en vez de dar su apoyo claro y explícito, la regidora de Seguridad Ciudadana de Cort Angélica Pastor siempre ha mostrado una actitud respecto de la Policía Local de Palma de distanciamiento, lo que coloquialmente se llama “lagarto, lagarto”. Desconozco si el motivo es dar una imagen pública de tolerancia cero hacia la corrupción o si es para evitar que ningún escándalo la salpique -ya sabemos que otros muchos con sus declaraciones públicas se han pillado las manos.
Pero lo que ha hecho con esto ha sido privarse de cualquier autoridad sobre los miembros de la Policía Local -que no potestad- y, lo que es peor, dar a todo el cuerpo la impresión que no piensa destacar su honorabilidad, que si es necesario para salvar su pellejo político los lanzará al foso de los dragones, si no lo ha hecho ya. En vez de ponerse al frente defendiendo la integridad de quienes dirige, en más de una ocasión en foro público ha proferido críticas hacia quienes luchan día a día para que la capital de la comunidad sea un lugar habitable.
Yo no estoy diciendo que se tiene que entrar en política para “hacer amigos” -dudo que exista persona alguna que se haga gendarme pretendiendo ir al cine con la concejala- lo que trato de explicar es que unos empleados que no se sienten reconocidos ni respaldados por quien está al frente no rendirán como cabría esperar.
Y lo que nos encontramos es que nunca había habido tantos policías locales de baja por episodios de ansiedad o depresión, de hecho ya va siendo hora que esto sea investigado por instancias de salud laboral independientes. Cierto es que la sombra de duda debido a los casos de presunta corrupción no ayudan nada a que los agentes pasen estos años con alegría, pero tal pesadumbre psicológica en los policías locales tiene principalmente un nombre y apellidos: Angélica Pastor Montero. Y no lo digo yo.





