Con un ojo aquí y otro allá

El fin de semana se presenta atractivo, si; aunque incierto. Tres focos atraen la atención de nuestras miradas: París, Xeste y Palma. Rafa Nadal buscará ante el suizo Wawrinka, que no parece haber superado su encontronazo con el griego Kyrgios por mentar a su mujer, otra final. De superar el trance, le esperan Djokovic o Berdych. Poco a poco el de Manacor recupera puestos en el ranking para entrar otra vez entre los cinco primeros y antes de disputar el definitivo torneo de maestros.

Jorge Lorenzo se afianza en los entrenamientos del circo con el que se va a clausurar la temporada de motociclismo. Tampoco significa mucho, puesto que no sería la primera pole que no aprovecha este año, si es que la confirma. No cabe ya pedir deportividad. Serán muchos los ojos pendientes de las maniobras de cada piloto implicado en el título, Rossi y el mallorquín, ambos de Yamaha, frente al papel secundario de las Honda, con Márquez y Pedrosa, tal vez jueces involuntarios del campeonato. Si Dorna, la empresa organizadora y arbitraria, quería espectáculo, lo habrá propiciado aunque más fuera de la pista que dentro. Un duro precedente digno del desencanto.

Son Moix registra la visita del Real Zaragoza, un clásico devenido en paradigma de una mala gestión durante muchos años que le llevó a las puertas de la desaparición. Es otro de los que necesita el ascenso como el pan, igual que el Osasuna, el Mallorca o el Valladolid. Acumula seis jornadas sin perder, pero también sin enamorar. Se ha hecho fuerte en La Romareda, pero fuera sólo ha ganado un partido pese a no haber perdido ninguno. En sus desplazamientos ha sumado sólo cinco de los diecinueve puntos que atesora. No era fácil compensar las bajas de jugadores como Borja Bastón, Eldin, Jaime, Galarreta y William José. Quizás Popovic, su entrenador, ha potenciado el bloque por encima de las individualidades, ya que las perdió. Tiene un buen registro defensivo, siete goles en contra, pero también lo tiene el Athlétic B y es vicecolista.

La batalla tiene su intríngulis. Es una prueba para Ferrer y sus hombres porque, de ganar, darían un salto de calidad y moral, además de aproximarse a zonas más tranquilas y ambiciosas de la tabla. Claro que, de perder, sucedería todo lo contrario: de nuevo la depresión. Yuste vuelve a una convocatoria. Un imprescindible para su técnico. Regresa Moutinho, pero entre Campabadal, Pereira y Brandon le cierran el paso, al menos de principio y salvo sorpresa.
Lo dicho, los ojos en un sitio y los oidos en otro. Como dicen los toreros: ¡que dios reparta suerte!

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